La dama da las gracias.
Esta novela es la primera que leo de Rosa Montero, quien me ha
sorprendido con sus profundas metáforas y sus excelentes
ambientaciones.
Lo cierto es que, para mi sensible gusto (y tras haber leído
anteriormente la bella novela de Cristina Peri Rossi, El amor es
una droga dura), El corazón del tártaro ha sido, en
ciertos aspectos, desagradable.
Tanto que uno llega a sentirse tan solo y perseguido como la
protagonista; lo que significa que su intención de transmitir esa
agonía ha dado resultado.
La sinopsis es la siguiente (la copio literal):
Sofía Zarzamala, editora de libros medievales, huye de su
apartamento una mañana después de una inquietante llamada
telefónica en la que una voz de hombre le dice: “Te he
encontrado”. Durante veinticuatro horas, la fugitiva Zarza hará un
recorrido por los bajos fondos urbanos, la miseria y la crueldad...
Todo su misterioso pasado regresa con una fuerza irresistible, en un
demoledor paralelismo con sombrías leyendas medievales.
La dama de Shalott.
Este libro me lo recomendó mi padre (como casi todos), ya que sabe
que me encantan los temas medievales.
La protagonista, Zarza, escapa y a la vez se reencuentra con su
pasado, que se va revelando en un frío y crudo ambiente, donde
rememora sus vivencias en la Torre, junto a la Reina Blanca.
Pero también, la autora nos narra algunas leyendas medievales muy
cercanas a nuestra protagonista.
Una de ellas es El Caballero de la Rosa, que Chrétien de
Troyes realizó en torno a 1175 y bajo el mecenazgo de Edmundo
Glasser, IX duque de Aubrey y coetáneo suyo, con el fin de
vanagloriar su apellido. Fue
descubierta por el polémico inglés Donald Harris.
Rosas (detalle).
Y este es un precioso fragmento:
Gwenell, su
esposa, es una extranjera, una galesa de cabellera tan roja y
enmarañada “como una zarza ardiendo”: ésa es la exacta imagen
que usa Chrétien. Es bella, bellísima, tan hermosa como sólo
pueden serlo las hermosas damas de las fábulas; y, como todas ellas,
carece de edad y no envejece, porque el tiempo no la hiere, sólo la
besa, y ésta es otra imagen del autor.
La otra historia es El traidor Mirval (ambientada en la China
medieval), una versión que Borges incluyó en su Historia
universal de la infamia.
Además de este fragmento que compara el mito griego (que no
leyenda medieval) con la relación entre Zarza y su hermano mellizo:
La ninfa
Salmacis amaba con tal intensidad a su hermano adolescente que no
quería separarse de él ni el más breve momento. Acabaron por
fundirse la una en el otro, transmutados en una deidad híbrida
llamada Hermafrodita. Esto es, perdieron su identidad y se
convirtieron en algo monstruoso.
Hermafrodito y la ninfa Salmacis.
A pesar de la inevitable empatía que el lector puede llegar a sentir
hacia la solitaria y desdichada Zarza, esta novela contiene algunas
frases que resultan de lo más apoteósicas, pues revelan una
realidad aplastante sobre el mundo en el que vivimos, a veces tan
desagradable como bello.
Estas son algunas de ellas:
El azar, ese
novelista loco que nos escribe.
A veces
pensaba que se había hecho historiadora para poder apropiarse de la
memoria ajena y escapar de la propia. Para tener algo que recordar
que no doliera. El historiador como parásito del pasado de otros.
Las criaturas
fantásticas siempre tienen una existencia efímera.
Tal vez la
vida insoportable pueda soportarse con tal de que haya una sola
persona que te quiera, una sola persona que te mire, una sola persona
que te perdone. La existencia de un justo, de una única mujer o un
único hombre buenos, puede salvar la ciudad de la lluvia en llamas.
La bola de cristal.
Era un hombre
de pensamiento profundo y lento: poseía una de esas inteligencias
arquitectónicas que necesitan levantar primero los cimientos, y
luego las paredes, y que sólo al final colocan la techumbre de las
ideas.
Estamos tan
acostumbrados a la bondad que solemos confundirla con la idiotez.
La infancia
es el lugar en el que habitas el resto de tu vida.
Los infiernos
que podemos imaginar son siempre menos crueles que los auténticos.
La muerte es
una especie de oscura apoteosis.
Dicen que es
justo ante la muerte cuando la hermosura de la vida se acrecienta.
Tristán e Isolda compartiendo la poción.
Y este es mi fragmento preferido, el mayor instante de amor que
experimenta la protagonista...
Urbano
frunció el ceño.
-Cuando estoy
contigo no me importa morirme -dijo al fin.
Y volvió a
apretarla entre sus brazos, que eran diez, que eran cien, mil
hermosos brazos de varón palpando y recorriendo hasta los más
remotos recovecos de su cuerpo de hembra. Zarza sintió que su sexo
se abría como un volcán, todo fuego y violencia. Aflojó las
piernas, desfallecida, convertida en un agujero radial, una estrella
de carne. Ella era una niña, ella era una virgen. Ella era un
paquete de Navidad envuelto en celofán y alegres lazos. Era la
primera vez que se ofrecía. Fuera de su padre y de su hermano, Zarza
no había amado nunca a ningún hombre. Urbano la tumbó en el suelo;
la desnudó a tirones, se desnudó a tirones, entreabrió los muslos
de Zarza con sus manos fuertes y separó el canal mojado y palpitante
como Moisés separó las aguas del Mar Rojo. Es decir, fue un acto
portentoso. Siseantes roces de pieles sudorosas, jadeos y gemidos,
líquidos ruidos de placer. Esos ruidos magníficos que tal vez
estuvieran traspasando ahora la pared, que tal vez alcanzaran los
oídos de los vecinos; sólo que ahora Zarza se encontraba de esta
parte del muro, de esta parte del mundo, donde estaba la vida. Los
comienzos del universo debieron ser así, como la explosión de un
coito luminoso; un revoltijo de humedades mezcladas, de ingles
apretadas y de recónditas anatomías que se refrotan, hasta que la
tensión de la carne crece y crece y estalla en un espasmo de
plenitud, el cataclismo original en el que empieza todo.
Ophelia.
Todas las ilustraciones pertenecen al pintor prerrafaelita John William Waterhouse (Roma, 1849 - Londres, 1917).
Paloma, en alguna reseña he hablado de lo mucho que me gusta y admiro la narrativa de Rosa Montero, Esta es una de sus novelas que más me gustaron, por lo que vive la protagonista, por las historias en las que se recrea y con las que nos recrea, por sus personajes tan colmados de pasiones y dudas, de sabores agridulces que a veces llegan a ser hasta amargos. Y por supuesto, por las críticas (que leemos entre los renglones de sus letras), a nuestra sociedad actual que no deja de simbolizar en casi todas sus novelas...
ResponderEliminarMe ha encantado tus reseñas y agradezco la presentación de éste autor pictórico que desconocía, tendré que investigar sobre él.
Saludos
Ya veo la impronta que Rosa Montero ha dejado aquí.
ResponderEliminarComo ya he dicho, esta es la primera novela suya que leo, pero no será la última.
Y sí, es cierto, en sus novelas teje entre las páginas historia y crítica, y eso es muy valiente.
Intentaré volver a leer algo de ella.
Me alegro de haber hecho que descubrieras a Waterhouse, con sólo escribirlo en tu teclado quedarás maravillada con todas sus pinturas, medievales y mitológicas.
Además, es ver su obra y ya sabes que le pertenece, tiene unas características estilísticas muy marcadas, y a mi me encanta.
Gracias por comentar, un saludo.
Hola.
ResponderEliminarUna de mis escritoras favoritas.
Esta novela la leí hace tiempo y, aunque sabía que me había gustado, no la recordaba bien.
Tu excelente reseña me la ha recordado.
Y, como siempre, brillantemente ilustrada.
Un beso.
Sí, me consta que has leído todos los libros que comento.
ResponderEliminarMe alegra que coincidamos siempre en la calidad de sus lecturas.
Y gracias por deleitarte en las obras que con tanto cuidado escojo para ilustrar mis comentarios, pues para mí la parte visual es muy importante para que la lectura sea lo más amena posible.
Gracias y un saludo.
ME ha gustado lo que cuentas, así que tendré que descubrir a esta autora, de la que no he leído nada.
ResponderEliminarSaludos
Me alegro por ello.
ResponderEliminarGracias por comentar, un saludo.
Paloma, me suena mucho ese título aunque no lo he leído aún. Preciosas las ilustraciones con que acompañas tu reseña.
ResponderEliminarAbrazos
Ah pues ya sabes, te lo recomiendo encarecidamente.
EliminarGracias por mirar las ilustraciones, es que es imposible no fijarse, la obra de Waterhouse es sencillamente preciosa.
Un saludo.
Hola Paloma
ResponderEliminarcada vez estoy más perplejo porque mis prejuicios me hacían creer que Rosa Montero era una escritora más volcada en época actual y entornos urbanitas, y por tu reseña y otras sobre otros libros suyos, veo qu etiene otros registros temáticos.
Con los fragmentos que has escogido, dan gans de leer la novela, así que la apunto.
Y por supuesto me apunto también a este enorme ilustrador qu enos has descubierto: John William Waterhouse.
Muchas gracias.
Pues imagínate yo, que es la primera novela que leo de Rosa Montero.
ResponderEliminarPor lo que decís, si no, puedo creerme perfectamente que ambienta todas sus historias en la Edad Media.
Pero me ha gustado mucho descubrirla.
Y me alegro de haberos descubierto a todos a Waterhouse, no se olvida fácilmente.
Gracias por comentar, un saludo.