Viaje de invierno de Amélie
Nothomb es una novela corta que, como toda su obra se hace demasiado
efímera.
Cuando le has cogido el gusto a su
singular microcosmos, te das cuenta de que sólo faltan unas
páginas para terminar.
Pero es muy fácil engancharse a esta
autora, donde abundan los diálogos y quizás falte algo de
descripción (pero a veces gusta imaginar uno mismo las cosas).
En su obra y sobre todo en esta novela,
Amélie suele utilizar un profundo estudio sobre el significado de
los nombres propios, como ocurre en su novela Diccionario de
nombres propios, (que aún no he tenido la suerte de leer).
El título y la portada son de lo más
sugerentes.
Mark Rothko: "Blue and gray", 1962.
Lo segundo es la presencia del mayor icono de París, la Torre Eiffel que, a lo largo de la historia vamos descubriendo cuál es su significado.
Pero lo más impactante es el comienzo:
Un hombre se dirige al aeropuerto a las
8.30 para, durante las horas de espera escribir sus memorias, que
nunca serán leídas tras su muerte (salvo por nosotros), ya que deja
muy claro desde un principio que se dispone a hacer estallar el avión
a las 13.30. Y lo va a hacer por amor.
Sin saber cómo ni por qué, el
protagonista nos remite al comienzo de la historia y al hecho por el
que pretende suicidarse de tal manera, y ella es la dama de sus
pensamientos, la mujer de su vida, su frío y dulce amor...
Joan Miró: "Bailarina", 1925.
De una manera increíble, Amelie
Nothomb logra hacernos sentir el frío clima del barrio de
Montorgueil, donde el protagonista conoce a la joven.
A ambos les une un vínculo mágico,
relacionado con sus nombres y su pasado.
Ambos se aman pero no pueden estar
juntos, sin embargo él es feliz pues, experimentar el amor ya
supone un triunfo.
Reflexiones filosóficas en primera persona sobre el amor, la vida, la muerte y el odio (Odio el odio y, sin embargo lo experimento); viajes a través del espacio y del tiempo en frías habitaciones mediante hongos alucinógenos que describen mundos subterráneos e infinidad de colores (Tengo una exposición de arte contemporáneo en mi cabeza); conexiones metafísicas de los nombres y frío, mucho frío es lo que abunda en esta excelente novela.
Reflexiones filosóficas en primera persona sobre el amor, la vida, la muerte y el odio (Odio el odio y, sin embargo lo experimento); viajes a través del espacio y del tiempo en frías habitaciones mediante hongos alucinógenos que describen mundos subterráneos e infinidad de colores (Tengo una exposición de arte contemporáneo en mi cabeza); conexiones metafísicas de los nombres y frío, mucho frío es lo que abunda en esta excelente novela.
Tanto frío que,
según piensa nuestro protagonista: Enamorarse en invierno no es
una buena idea. Los síntomas son más sublimes y más dolorosos.
Vassily Kandinsky: "Yellow, red and blue", 1925.
Le agradezco a
Amélie Nothomb las aportaciones de nombres de artistas
contemporáneos, y la excelente “descripción” de ese tremendo
Viaje.
También debo decir
que, como gran aficionada a su obra, he comprobado mediante una
repentina e increíble complicidad escritor-lector cómo en sus
novelas abundan multitud de rasgos biográficos de su vida (pues la
otra mitad de su obra es estrictamente biográfica, por lo que
resulta muy fácil conocer a Amélie Nothomb).
Sin embargo, debo
reprochar a quien escribe sus sinopsis que dan demasiada información
para lo corta que son sus novelas, tanto que a veces el final es
esperable.
Ha habido novelas
de esta autora que me han encantado, pero los finales no solían
convencerme, sin embargo, este me ha gustado muchísimo, y os la
recomiendo encarecidamente, sólo que sus 117 páginas se agotan en
una sola tarde.
Lástima, pero lo
bueno no necesita adornos si está bien hecho, y Amélie Nothomb,
contando lo necesario ha sabido llegar hasta mí.
Jean-Marc Nattier: "Henrietta of France as Flora", 1742 .
Aquí os dejo una
pequeña pero preciosa conversación entre los dos amantes (página
82):
Me
dispuse a guiarla para asegurarme de su connivencia:
-
¿Habías visto alguna vez algo tan excesivo como este color?
Sumérgete en él, siente cómo existe. Llénate de este azul
Nattier.
-
¿Nattier?
-
Es un pintor francés del siglo XVIII. Creó ese color. Imagina lo
que es inventar algo así.
- Es tan hermoso
-susurró ella.
- ¿Por qué
hablas en voz baja?
-
Porque es tan hermoso que a la fuerza tiene que ser un secreto.
Me
reí: entendía lo que quería decir.
Nicolas de Stäel: "Marine", 1953.