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28 de octubre de 2012

Los recuerdos de David Foenkinos


TITULO : LOS RECUERDOS
Autor : David Foenkinos

Este es el segundo libro que leo de este autor. El primero fue "La delicadeza" también reseñado en este espacio. "Los recuerdos" es un libro que  nos introduce en el mundo de pequeñas imágenes o pensamientos que almacenamos a lo largo de nuestra vida, y por su relación directa con nuestro devenir por el mundo, reaparecen en un momento determinado.

 El narrador, en primera persona, cuenta su propia historia, que comienza con el ingreso de un ser muy querido, su abuela, en una residencia de ancianos. Su abuelo acaba de fallecer, el protagonista se siente en deuda con ella, y decide  visitarla  a menudo con el objetivo de intentar recuperar el tiempo perdido. A partir de ahí, la trama se va desarrollando alternado un recuerdo en cada capítulo. A veces, puede ser algún suceso que su memoria rescata al hilo de los acontecimientos que se suceden, u otras puede ser un recuerdo relacionado en homenaje a algún pintor, artista, filósofo o escritor, tales como :  Van Gogh, Mastroianni, Nietzsche, o Scott Fitzgerald.

El protagonista muestra durante todo el libro una relación bastante fría y distante con sus padres, y nos muestra su dolor por todo aquello que tiene relación con su abuela. Gracias a una pequeña locura de ésta, conoce a una mujer, y se enamora de ella, y es ahí, donde la felicidad toma protagonismo en su historia, de forma contrapuesta al sentimiento de duelo por una muerte casi anunciada. 

Amor, recuerdos, humor, nostalgias, felicidad, digresiones y sentimientos : todos esos ingredientes, David los mezcla con una prosa aligerada y sencilla que puede someterse a  varias lecturas, pero en la que asombrosamente el lector puede encontrar un sitio para sonreir más que para llorar. En  mi caso, la facilidad de Foenkinos para arrancarme una sonrisa : puede consistir en la contemplación a través de sus palabras de un cuadro horroroso de la vaca de un pintor casi-anónimo, o en la primera frase que el padre del protagonista dijo a su futura mujer en el momento de conocerla : "Es usted tan guapa que prefiero no volver a verla nunca más".

En definitiva, mi admiración por este libro no se circunscribe a la historia en sí misma, que es sencilla, sino a la grandeza del autor por cómo nos la transmite, cómo la muestra y.... cómo consigue que nos sintamos en buena compañía (frase esta última de Bernard Pivot). 

David Foenkinos nació en París, en 1974. Ha publicado cómics y tres novelas, además de ser un músico especialista en jazz. Como escritor, Foenkinos logró un gran éxito con "El potencial erótico de mi mujer (2004), "En caso de felicidad" (2007), y "Nos separations (2008). También ha obtenido el Premio de la Fundación Hachette 2003, y unánimemente es reconocido por la crítica francesa como el mayor exponente de la nueva generación literaria. De su último libro "La delicadeza" vendió más de un millón de ejemplares en Francia y cincuenta mil en España, según mis últimos datos. (Pude ver la película, que lleva el mismo nombre y...no me decepcionó). 



Espero que os guste,



23 de octubre de 2012

1984


 
La novela de la que os voy a hablar hoy, es un clásico del siglo XX. Publicada por primera vez en España en 1952 y reeditada en el año que le da su título: 1984.

Ignoro si ha habido más ediciones posteriores, incluso ignoro (soy una completa ignorante), si la novela fue popular o a penas fueron vendidos unos cuantos ejemplares.
Deseo hablaros de esta novela por lo que me transmitió cuando la leí, hace ahora veintiocho años...

Yo era apenas una niña, de eso me doy cuenta ahora. Cuando la vida pasada se numera con dos cifras que ya andan por las cinco décadas... Pero entonces, me creía una súper mujer. Acababa de casarme. Decoraba mi primera vivienda, exploraba con el sexo, tenía un trabajo que me satisfacía, amigos con los que divertirme y charlar. Tenía una vida por delante y también, comenzaba a coleccionar libros.

Por esa época comencé a ampliar mi biblioteca eligiendo nuevos títulos y autores en mi recién estrenado Círculo de Lectores al que me asocié allá por diciembre de 1983 y del que me alimento fielmente.


De aquellos primeros títulos data la edición de la novela que os hablo, cuyo prólogo fue escrito por otro autor que siempre admiré: Manuel Vázquez Montalbán. Quien subtituló a la novela como "La literatura del Miedo". Y quien pensaba que Orwell había sido demasiado pesimista al crear "(...) una maravillosa fábula de moribundo frustrado porque ni la vida ni la historia, habían sido como él había querido".

Sin embargo y pese al prólogo tan de quitar importancia a una novela que en la época en que se reeditaba, no dejaba de ser puro márketing ocasionado por el eminente y bisiesto 1984, así como los acontecimientos impactantes del último trimestre de 1983 (accidentes aéreo en Mejorada del Campo y en el mismo aeropuerto de Barajas, Incendio de la discoteca de moda "Alcalá 20"), que ocasionaron el momento propicio para su relanzamiento español..., la novela me impactó.


1984 está narrada en tercera persona, como os digo, sitúa su acción en un estado totalitario (Oceanía), donde el poder es el valor absoluto, nada existe que no pueda ser sacrificado para que el poder se nutra y nada, es más importante que la voluntad de conservarlo. Para mantenerlo, utiliza una aterradora vigilancia que se apodera de la conciencia y la vida de sus súbditos.

Habla el autor de un País imaginario que a todos nos recuerda la Unión Soviética en época de la más estricta dictadura del proletariado. Nos plantea una sociedad que vive sabiéndose observada y escondiendo por tanto, su verdadera identidad. La población más joven, no conocen de otro tipo de vida y los cerebros de las generaciones que vivieron parte de sus vidas fuera del sistema que todo lo puede y observa, han sido lavados para eliminar de ellos cualquier tipo de recuerdos. Aislados de la cultura y el libre pensamiento, la población subexiste alimentándose de "el libro", que adoctrina a la población bajo los intereses de sus gobernantes. Cambiando la historia que fue por aquella otra que para el bien de la casta política, debe ser.

Winston Smith, su protagonista, es un funcionario del Ministerio de la Verdad, cuyo trabajo principal es reescribir el cambio de datos de acuerdo con el interés de El Gran Hermano.  Sin embargo, algunos rayos de luz con posibles recuerdos, entran por un agujero de su cerebro manipulado. La sospecha se apodera de él y observa con pánico, cómo los esbirros del sistema (la policía del pensamiento),  van modificando la historia.

Sufre claustrofóbicamente en el intento por esconderse del ojo que todo lo ve: las cámaras de vídeo que constantemente graban a la población civil en todos sus ámbitos. Incluso en el privado, quizá más aún en este espacio. El visor, es como un gran ojo a cuya mirada nada se escapa y bajo cuyo control, quedan todos los instantes de todas las personas, durante todos los minutos de cada día. Para que nada se pueda esconder a "el gran hermano", ése político encumbrado  por el bien de la patria que con el tiempo se convirtió en el verdugo de la población.

En principio nuestro protagonista aparece como símbolo de la rebelión contra el poder, sin embargo en la medida que se va contando la historia, vamos descubriendo lo difícil que es ser una única oveja despierta en su rebaño.

La novela nos hace un fabuloso análisis que ayuda a reflexionar sobre el poder y la terrorífica dependencia que crea sobre los individuos de a píe.

Nada tenía que ver la novela con aquél 1984. Salvo quizá, el hecho de que los políticos deseaban hacer y deshacer a su antojo (¿cuando no es fiesta?), a espaldas siempre de sus electores. Aunque era época de transparencias democráticas y aún la corrupción no había llegado al punto en que ahora se encuentra, si se veía el intento de que algunas cuestiones políticas y sociales, se volcaran a la sociedad edulcoradas tras un suave velo que nos conducía hacia la ignorancia, pese a los intentos de algunos periodistas e informadores de nuestra época por mostrarnos siempre su lado noble.

Sin embargo la política no es noble y las conspiraciones palaciegas nunca dejaron de existir, ni lo harán, mientras haya personas sensibles de convertir en dóciles y productivos borreguitos.


La novela de Orwell, lamentablemente está de rabiosa actualidad. Debido a la tendencia a "re-escribir" la historia que tienen muchos de nuestros políticos, con el único fin de salvaguardar a su "casta" haciéndola cada vez más poderosa. 

Sin preocuparse mucho por ése Winston individual, que intuye el engaño. Porque un lobo por sí solo, es fácil de cazar, evitando así que sus aullidos, "despierten" al gran rebaño.



12 de octubre de 2012

El paraíso en la otra esquina

Acabo de leer esta novela de Mario Vargas Llosa que no sabría decir si se trata de una historia novelada o una novela histórica, algo que ya me ocurrió con El sueño del celta y La fiesta del chivo, producciones estas del mismo autor. En El paraíso en la otra esquina se cuentan las vidas de Flora Tristán y de su nieto Paul Gaugin, Koke,  a quien nunca le interesó mucho la de su abuela Madame-la-colère, por lo que en realidad se trata de dos novelas en una. La historia paralela de dos seres antagónicos que sin embargo tienen en común la búsqueda de un mundo distinto al que les ha tocado vivir.


Flora Tristán es una empedernida luchadora social por los derechos de los obreros y las mujeres, defensora acérrima de los oprimidos. Escarmentada de su matrimonio, cree que el sexo es un instrumento de dominio masculino y por tanto el enemigo a batir, renunciando totalmente a él salvo la corta relación lésbica con Olympia Maleszewska.

Paul Gaugin  es un individualista que solamente piensa en sí mismo y considera el sexo como la fuerza vital imprescindible para desarrollar su creatividad por lo que mantiene numerosas relaciones. Deja su cómoda vida de agente de bolsa para dedicarse a su obsesión pictórica abandonando a su suerte a su mujer e hijos.  

Parecen unas vidas dispares, sin embargo tienen algunos puntos simétricos. Los dos padecen penurias económicas y abandonan a sus respectivas familias por seguir lo que llamaríamos su vocación, ella en pos de un mundo más justo y él de uno más puro. Ambos murieron en un relativo abandono y sufrieron por sus enfermedades, Flora atribulada por sus cólicos y maltrecha matriz; Paul carcomido por la sífilis, la enfermedad impronunciable.  Los dos coinciden en la utópica persecución de un ideal perfecto, de un paraíso perdido.  

Con un lenguaje muy castellano que hace olvidar la procedencia peruana del autor, los capítulos se van relevando en el relato de las vidas de una y otro.   A pesar de que la narración está hecha en tercera persona, Vargas Losa va alternando ésta con aseveraciones o interpelaciones hechas a sus personajes:

El vértigo te rondaba cuando oías estos lugares comunes, Florita. En ninguna parte habías visto, como en esa ciudad de mercaderes ostentosos, una exhibición tan cínica de la lujuria y de la explotación sexual. Ni tantas prostitutas que buscaran clientes con osadía y descaro parecidos.

Koke se moriría en cualquier momento ¿y qué harían ella y el niño? Prefería regresar donde su familia.

No te importó mucho. La verdad, Pau'ura y Émile hubieran sido un estorbo para empezar esta nueva existencia. En cambio te irritó que Pierre Levergos se negara a acompañarte.

Esta novela, o estas historias, las he leído con verdadero interés. Quizá le falte el suspense o la intriga propias de una novela para atrapar al lector pero, a mi juicio, lo suple con creces la atracción que producen ambos personajes. Flora Tristán como abanderada de la liberación de la mujer y de los derechos democráticos de los obreros. Paul Gaugin como apóstol del arte moderno y de las libertades eróticas. 

- ¿Es aquí el Paraíso?

- No, señorita, aquí no. Vaya y pregunte en la otra esquina.



El título, El paraíso en la otra esquina, parece surgir de este juego de niñas que se describe en el último capítulo de la novela. Nos indica que los seres humanos perseguimos el paraíso y cuando creemos haberlo encontrado alguien nos dice que no es aquí, sino en un lugar parecido, pero no éste y ... seguimos buscando.

8 de octubre de 2012

LOS OTROS MUNDOS - Rosana Alonso


Decir que un libro de relatos te ha costado de leer suena mal. Lo primero que se tiende a pensar es que no te ha gustado, que te ha aburrido. En mi caso, suele ser lo contrario. Los libros de relatos me cuestan más de leer que una novela, porque los relatos y los microrrelatos deben saborearse como las buenas comidas o los buenos vinos para que su regusto te impregne el paladar y los sentidos.

Y, hablando de libros buenos, este: LOS OTROS MUNDOS, de Rosana Alonso.

Este libro es la primera publicación en papel de Rosana Alonso. El libro consta de 99 microrrelatos, divididos en dos partes: Mundos Imposibles. Mundos Improbables y Mundos de Ensueño. Mundos de Pesadilla.
Los relatos abarcan distinta extensión dentro del microrrelato. Desde una línea hasta poco más de una página, pero en todos ellos queda impresa la huella de la calidad literaria.
No pude dejar de sonreír al ver el primer relato: La fila. Porque precisamente con este me ganó aquella semana en ReC.
Rosana juega con la realidad, con lo visible, con lo aparente. Pero no siempre es la realidad cruda que vemos ante nuestros ojos, ella le da la vuelta hasta hacer aparecer la que no se ve, la que está debajo de todo ello. Probablemente no es la que uno se imagina, la que espera al final del relato pero no importa. Lo que importa, para mí, es que te obliga a detenerte para analizar ese final, para analizar que toda historia tiene muchas caras, las mismas que un fractal.

Desde que han retirado los mendigos de la calle, Don Prudencio no duerme bien …” Ego te absolvo”, pero ¿Por qué?

Esa manera de desdoblar la vida en múltiples caras, lo dice en su relato “El intercambio”: No sé cuánto tiempo ha pasado desde entonces, desde mi nueva perspectiva el espacio es una metáfora y los relojes son una farsa.

Rosana Alonso no disfraza la realidad, solo te ofrece otra mirada. Además, que es lo que más me gusta, sin necesidad de crueldades gratuitas. La cara más oscura del ser humano, la más cruel, ella la pone ante nuestros ojos como si se tratara de un juego inocente: Por las noches salgo en camisón a ver a mamá … Veo a mamá que asoma su cara flaca y pálida por la ventana. Es cuestión de adivinar qué se esconde en medio.

En algunos relatos, Rosana nos habla del mundo infantil. De esa visión que tienen los niños y que nosotros, probablemente, hemos perdido. Y con la aparente inocencia de un niño nos lleva a través de relatos como “Sagrada Familia”  que os copio a continuación.

Sagrada familiaLa niña mira el Belén mientras toma la merienda, algo no cuadra. En realidad no falta nada: los pastores, las lavanderas, los Reyes Magos, el hombre haciendo gachas, hasta el Herodes delante de su castillo. Estas navidades lo ha puesto con la ayuda de mamá, incluso le ha comprado esa fuente de la que mana agua de verdad que tanto le gustó cuando la vio en aquel escaparate. De repente la pequeña observa el portal y se da cuenta. Coge la figura de san José con mucho cuidado y la tira a la basura. Ahora sí que es perfecto.

Me ha parecido magnífico el relato “Sutiles, ingrávidos y gentiles…” O “Autoedición” o “Sísifo” o “Sobresaliente”

Todos y cada uno de los relatos encierra algo, la punta del iceberg que sobresale levemente para que nosotros la descubramos como si utilizáramos el mismo microscopio que Rosana Alonso.

Aunque ella insiste, como dice su último relato, en que no le gustan los finales felices, yo espero y deseo que este sea el inicio feliz de más relatos de la misma o mayor calidad literaria.


Los otros mundos, de Rosana Alonso, Editorial Talentura- 2012





3 de octubre de 2012

El corazón del tártaro.

La dama da las gracias.

Esta novela es la primera que leo de Rosa Montero, quien me ha sorprendido con sus profundas metáforas y sus excelentes ambientaciones.

Lo cierto es que, para mi sensible gusto (y tras haber leído anteriormente la bella novela de Cristina Peri Rossi, El amor es una droga dura), El corazón del tártaro ha sido, en ciertos aspectos, desagradable.

Tanto que uno llega a sentirse tan solo y perseguido como la protagonista; lo que significa que su intención de transmitir esa agonía ha dado resultado.

La sinopsis es la siguiente (la copio literal):
Sofía Zarzamala, editora de libros medievales, huye de su apartamento una mañana después de una inquietante llamada telefónica en la que una voz de hombre le dice: “Te he encontrado”. Durante veinticuatro horas, la fugitiva Zarza hará un recorrido por los bajos fondos urbanos, la miseria y la crueldad... Todo su misterioso pasado regresa con una fuerza irresistible, en un demoledor paralelismo con sombrías leyendas medievales.

La dama de Shalott.

Este libro me lo recomendó mi padre (como casi todos), ya que sabe que me encantan los temas medievales.

La protagonista, Zarza, escapa y a la vez se reencuentra con su pasado, que se va revelando en un frío y crudo ambiente, donde rememora sus vivencias en la Torre, junto a la Reina Blanca.

Pero también, la autora nos narra algunas leyendas medievales muy cercanas a nuestra protagonista.

Una de ellas es El Caballero de la Rosa, que Chrétien de Troyes realizó en torno a 1175 y bajo el mecenazgo de Edmundo Glasser, IX duque de Aubrey y coetáneo suyo, con el fin de vanagloriar su apellido. Fue descubierta por el polémico inglés Donald Harris.

Rosas (detalle).

Y este es un precioso fragmento:
Gwenell, su esposa, es una extranjera, una galesa de cabellera tan roja y enmarañada “como una zarza ardiendo”: ésa es la exacta imagen que usa Chrétien. Es bella, bellísima, tan hermosa como sólo pueden serlo las hermosas damas de las fábulas; y, como todas ellas, carece de edad y no envejece, porque el tiempo no la hiere, sólo la besa, y ésta es otra imagen del autor.

La otra historia es El traidor Mirval (ambientada en la China medieval), una versión que Borges incluyó en su Historia universal de la infamia.

Además de este fragmento que compara el mito griego (que no leyenda medieval) con la relación entre Zarza y su hermano mellizo:

La ninfa Salmacis amaba con tal intensidad a su hermano adolescente que no quería separarse de él ni el más breve momento. Acabaron por fundirse la una en el otro, transmutados en una deidad híbrida llamada Hermafrodita. Esto es, perdieron su identidad y se convirtieron en algo monstruoso.

Hermafrodito y la ninfa Salmacis.


A pesar de la inevitable empatía que el lector puede llegar a sentir hacia la solitaria y desdichada Zarza, esta novela contiene algunas frases que resultan de lo más apoteósicas, pues revelan una realidad aplastante sobre el mundo en el que vivimos, a veces tan desagradable como bello.

Estas son algunas de ellas:

El azar, ese novelista loco que nos escribe.

A veces pensaba que se había hecho historiadora para poder apropiarse de la memoria ajena y escapar de la propia. Para tener algo que recordar que no doliera. El historiador como parásito del pasado de otros.

Las criaturas fantásticas siempre tienen una existencia efímera.

Tal vez la vida insoportable pueda soportarse con tal de que haya una sola persona que te quiera, una sola persona que te mire, una sola persona que te perdone. La existencia de un justo, de una única mujer o un único hombre buenos, puede salvar la ciudad de la lluvia en llamas.

La bola de cristal.


Era un hombre de pensamiento profundo y lento: poseía una de esas inteligencias arquitectónicas que necesitan levantar primero los cimientos, y luego las paredes, y que sólo al final colocan la techumbre de las ideas.

Estamos tan acostumbrados a la bondad que solemos confundirla con la idiotez.

La infancia es el lugar en el que habitas el resto de tu vida.

Los infiernos que podemos imaginar son siempre menos crueles que los auténticos.

La muerte es una especie de oscura apoteosis.

Dicen que es justo ante la muerte cuando la hermosura de la vida se acrecienta.


Tristán e Isolda compartiendo la poción.


Y este es mi fragmento preferido, el mayor instante de amor que experimenta la protagonista...

Urbano frunció el ceño.
-Cuando estoy contigo no me importa morirme -dijo al fin.
Y volvió a apretarla entre sus brazos, que eran diez, que eran cien, mil hermosos brazos de varón palpando y recorriendo hasta los más remotos recovecos de su cuerpo de hembra. Zarza sintió que su sexo se abría como un volcán, todo fuego y violencia. Aflojó las piernas, desfallecida, convertida en un agujero radial, una estrella de carne. Ella era una niña, ella era una virgen. Ella era un paquete de Navidad envuelto en celofán y alegres lazos. Era la primera vez que se ofrecía. Fuera de su padre y de su hermano, Zarza no había amado nunca a ningún hombre. Urbano la tumbó en el suelo; la desnudó a tirones, se desnudó a tirones, entreabrió los muslos de Zarza con sus manos fuertes y separó el canal mojado y palpitante como Moisés separó las aguas del Mar Rojo. Es decir, fue un acto portentoso. Siseantes roces de pieles sudorosas, jadeos y gemidos, líquidos ruidos de placer. Esos ruidos magníficos que tal vez estuvieran traspasando ahora la pared, que tal vez alcanzaran los oídos de los vecinos; sólo que ahora Zarza se encontraba de esta parte del muro, de esta parte del mundo, donde estaba la vida. Los comienzos del universo debieron ser así, como la explosión de un coito luminoso; un revoltijo de humedades mezcladas, de ingles apretadas y de recónditas anatomías que se refrotan, hasta que la tensión de la carne crece y crece y estalla en un espasmo de plenitud, el cataclismo original en el que empieza todo.


Ophelia.


Todas las ilustraciones pertenecen al pintor prerrafaelita John William Waterhouse (Roma, 1849 - Londres, 1917).