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31 de diciembre de 2011

¡¡¡ Feliz Año Nuevo 2012 !!!

Feliz Año Nuevo 2012 - Gifs Animados con Movimiento
 
Deseamos sinceramente que el año 2012 os traiga todo lo bueno que os ha sido negado en este, y que  a traves de Leo y Comento podamos seguir compatiendo libros y amistad con todos vosotros . 
 
¡¡¡Feliz Año Nuevo 2012!!! 

os deseamos de todo corazón



Chelo y Nerim
Las administradoras del blog   

24 de diciembre de 2011

Anatomía del Espíritu - Caroline Myss

Titulo del libro: Anatomía del Espíritu (1996).

Tema: La curación del cuerpo, llega a través del alma.

Autora: Caroline Myss.

Periodista americana, nacida en Chicago el 2 de diciembre de 1952, señalada en Wikipedia como Médica Intuitiva Mística, y autora de numeroso libros, audios y conferencias sobre el tema. Ente otras de sus publicaciones se encuentran "La Medicina de la Energía" (1998), "El Contrato Sagrado (2002), "El Poder Invisible En Acción" (2004), "Las Siete Moradas" (2007). Su libro más reciente, "Desafiar la Gravedad," que fue publicado en 2009.

Puede leerse completo en línea o descargarse gratuitamente desde este enlace: Anatomía del Espíritu - Caroline Myss

Comentario:

Aunque no es una publicación reciente no deja de ser sugestivo y motivador el punto de vista de la autora con relación a la salud y el bienestar, a través de esta lectura, Caroline Myss nos alienta  para desarrollar una conciencia verdaderamente sanadora.

Es una realidad que tarde o temprano todos los seres humanos enfermamos, y que el dolor reduce nuestra capacidad para el trabajo y el placer, llegando incluso a arrebatarnos la vida. Sin embargo, pocas son las personas conscientes de que la enfermedad aparece cuando malgastamos nuestra energía. Cuando permitimos que nos la roben o la encarrilamos hacia objetivos erróneos.

Para avanzar por el camino de la autocuración, la lectura recomienda interpretar las dolencias del cuerpo como las expresiones de un malestar espiritual que SI tiene curación. Los miedos, las fobias, la falta de autoestima o el afán excesivo de control pueden tener repercusiones físicas insólitas y de difícil diagnóstico, que solo podemos resolver aprendiendo a mantenernos en contacto con nuestro YO mas profundo.

Esto quizás, no quiere decir que todas las enfermedades van a ser curadas. A veces una persona tiene que soportar una enfermedad por motivos que le servirán para afrontar sus miedos y su negatividad. Y a veces, a una persona le ha llegado la hora de morir; esta lectura nos ayuda a comprender que la muerte no es el enemigo, sino el miedo que sentimos hacia ella.

Son solo 150 páginas y su lectura es amena, para mi resulto interesante y significativa pues, a pesar de que me considero una persona positiva, me ayudo a darme cuenta de como es que de manera inconsciente, con frecuencia elaboro sentimientos y pensamientos negativos que van minando mi salud en todos los aspectos de mi vida.

Hasta la próxima.
Diana Reyes

20 de diciembre de 2011

Cuentos Macabros, que no malvados

Viniendo de donde vengo, y con el título “Cuentos macabros”, algunos que me conozcan, creerán que voy a reseñar el libro de Espido Freire con parecido título ("Cuentos malvados"). Pero no es así, ha sido una pequeña trampa o un guiño a quienes creen conocerme, porque hoy, dejaré a un lado los cien microrrelatos aterradores y malvados de Espido, y me concentraré en otros cuentos malvados pero  muy “macabros”.

La edición que tengo en mis manos, Cuentos Macabros de Edgar Allan Poe (1809-1849), incluye cuentos fantásticos que te enganchan desde las primeras líneas hasta sus finales respectivos. Poe fue un maestro en el arte de narrar en corto, y su gran aportación a la literatura universal fueron precisamente sus relatos breves o cuentos cortos. Si os adentráis en sus páginas, comprobaréis cómo transcurre la escena en un sólo lugar, y cómo sin demasiado artificio, podríais después perfectamente dibujar o describir el ambiente o la atmósfera con todos sus detalles. Una vez dentro de la escena, os sentiréis parte del personaje y de su inquietud o su delirio, su depresión o su agonía, porque Poe, es maestro en transmitirnos la esencia del misterio que le rodea, y también de su interior. Como buenos cuentos macabros, no esperemos que un hada buena se cruce en el camino y los finales sean adornados de besos y abrazos. Pero estando preparados a ello, soportaremos cualquier pasaje malsano o aterrador. ¿Qué haría un personaje obsesionado por conseguir una dentadura completa?, y ¿por deshacerse de un gato ....


Los podemos encontrar traducidos por Julio Cortázar y comentados por 67 autores hispanoamericanos en la edición de Páginas de Espuma, pero el que yo os cuento hoy, y sin desmerecer en nada al anterior, es una edición muy especial, con 8 cuentos escogidos : Berenice, El gato negro, La isla del hada, El corazón delator, La caída de la casa Usher, El retrato oval, Morella y Ligeia,  también traducidos por Julio Cortazar, la mejor traducción que puede encontrarse desde que fueron publicados por primera vez en 1956.

Es un libro negro, un azabache en vuestras estanterías, un lujo para los que amamos la buena literatura acompañada de bellas ilustraciones. Sus paginas, alternan cuentos en fondo negro y en fondo blanco, y las ilustraciones de Benjamin Lacome lo convierten en un libro de deseo propio, y también para regalar.

Benjamin Lacome es un ilustrador francés cuyo trabajo y obra lo podréis encontrar en multitud de títulos editados por Edelvives; “Genealogía de una bruja” es el más veces reeditado y traducido a diferentes idiomas. Y para poner la guinda que lo endulza, se dedican casi treinta páginas, desde la 159, a la vida y obra de Edgar Allan Poe con las palabras de un gran escritor, Charles Baudelaire, que encontró "El gato negro" de  Edgar en 1847, investigó su vida y obra, y escribió : Edgar Allan Poe, su vida y sus obras.

Desde la portada de “Cuentos Macabros” (Edelvives 2011) os mirará una mujer de luto con un rosario en la mano y unos ojos perdidos o casi sin vida. Si creéis que puede asustar a quien hayáis pensado para regalarlo : os doy un consejo .... no lo regaléis ... ¡quedároslo! y colocaros unos guantes de lana para no engrasar sus bellas páginas, y unas buenas lentes para desentrañar todas sus historias.

A falta de una semana para las fechas navideñas, guardaros esta reseña en el bolsillo por si en un momento de apatía, deseáis cogerlo en vuestras manos.

Des - demispalabrasylasvuestras - con mucho cariño, Laura.

16 de diciembre de 2011

Positive Generation - Tienda MSF

Positive Generation - Tienda MSF

Es un libro y es música. Podéis usarlo como regalo para Navidad o Reyes y así ayudar a combatir el SIDA en África.

Pinchar en el enlace para más información.
Gracias a todos.

12 de diciembre de 2011

Banu Qasi. Los hijos de Casio



El pasado día diez asistí a la presentación del libro Banu Quasi, La guerra de Al Andalus, segundo volumen de la trilogía que nos ofrece Carlos Aurensanz. Este evento me ha hecho recordar lo que escribí hace algo más de un año sobre  la lectura de la primera entrega. Reproduzco aquí lo que en su día publiqué en mi blog:

"Acabo de leer la novela de mi paisano Carlos Aurensanz titulada “Banu Qasi, Los hijos de Casio”, que lleva camino de convertirse en un auténtico best seller.

No voy a hacer ninguna crítica literaria de esta novela porque no me encuentro capacitado para ello, pero si comentaré la satisfacción que he sentido al conocer las venturas y desventuras de Musa ibn Musa, el “tercer rey de España”, el Moro Muza, como por aquí lo conocemos.

He recorrido con él las calles de “Tutila” (nuestra Tudela), visitado la mezquita sobre la que se asienta nuestra hermosa catedral y he reconocido en la inundación que narra, las veces que el “Uadi Ibru” anegaba nuestras calles. Me he imaginado las murallas que la hacían tan inexpugnable.

He sentido como convivían en nuestra ciudad moros, cristianos y judíos, cómo se ayudan en las grandes dificultades que les acontecen. Y cómo los extremistas radicales, entre ellos algún obispo, enturbian estas relaciones. Son capaces hasta de deshacer la amistosa unión de dos familias, la de Eneko Arista y Musa ibn Musa, hermanos de madre, aunque sea consciente del componente de ficción de la novela.

Me ha agradado sobre manera  conocer  los nombres árabes de localizaciones tan conocidas y tan cercanas a nosotros que tantas veces hemos visitado.

Hace ya bastantes años leí otra novela que sobre este mismo tema  escribió en su día el ya fallecido Victoriano Bordonaba Castell-Ruiz que llevaba por título “Muza, Rey del Ebro”. Aquella fue más bien una divulgación de la figura de Musa. Esta de Carlos Aurensanz tiene más pretensiones.

No me gusta recomendar libros a personas cuyos gustos no conozco, por tanto voy a abstenerme de hacerlo, no obstante creo que puede ser una obra interesante para los que sean amantes de las novelas con trasfondo histórico, y si son naturales del valle del Ebro con mayor motivo." 
Cuando Aurensanz publicó esta su primera novela, en ningún momento pensé que iba a formar parte de una trilogía, máxime si su protagonista  Musa ibn Musa fallece en este primer volumen. Más tarde, quizá a raíz de su éxito, anunció una segunda parte, y en la presentación de ésta última nos ha anunciado que está preparando la tercera.

A la mayor brevedad pondré manos a la obra e iniciaré la lectura de Banu Qasi, La guerra de Al Ándalus que ya tengo en mi poder y promete ser tanto o más interesante que la primera. Ya os contaré.


Publicado en: http://desdemimejana.blogspot.com

8 de diciembre de 2011

Nunca me abandones, Kazuo Ishiguro


Nunca me abandones, es una  novela que cuenta la historia de unos amigos en un colegio privado, con total naturalidad,  una historia, que al lector puede parecerle increíble y creíble a la vez, se puede decir que huye de la ciencia ficción porque habla de la fragilidad humana, de la universalidad de los sentimientos, de la necesidad de vivir la vida intensamente porque no sabes cuándo se va acabar, o precisamente porque lo sabes, independientemente de cuál sea tu condición. Y esa es probablemente la resignación que no es común a todos.

Un libro perturbador, porque bajo la delicada y sutil superficie de su relato, bajo la amable apariencia de un estilo reposado, incluso lánguido, discurre una historia que siembra cierta intranquilidad en el lector. Llena de emociones contenidas y sin esperanza, ante la cual ningún lector puede mostrarse indiferente. 

Podríamos decir, que la trama se desarrolla en un marco espacio-temporal  minuciosamente realista en muchas ocasiones (las curiosas costumbres del colegio, el fetichismo de los objetos y las relaciones personales están contadas con detalle), aunque al mismo tiempo de un modo impreciso y desvaído, con una pátina ligeramente anacrónica, que provoca que el lector tenga una sensación continua y persistente de que un elemento extraño e indefinible que va minando la cotidianidad de la narración. 

Es difícil imaginar un final más desolador, pero al mismo tiempo más hermoso. Con él demuestra Ishiguro que la literatura no sirve para explicar el mundo, ni siquiera para ordenarlo, pero sí al menos para entender los sentimientos y las emociones, y para otorgar a unos y otros cierto sentido. No es el triunfo de la vida, ni de la esperanza, pero sí de la literatura.
Pgna. 251: Luego está la soledad. Creces rodeado de una multitud de personas, y eso es, por tanto, lo que has conocido siempre, y de pronto te conviertes en cuidador. Y te pasas horas y horas solo, conduciendo a través del país, de centro en centro, de hospital en hospital, durmiendo cada día en un sitio, sin nadie con quien hablar de tus preocupaciones, sin nadie con quien reír.

4 de diciembre de 2011

"Mi entrañable señor Cervantes." Jorge Luis Borges.


Hay días en los que llega a tus manos, sin saber por qué (dulces milagros de internet), algo sorprendente. Así me pareció esta conferencia de Borges sobre el Quijote. Entrañable comentario y reflexión, es lo menos que puedo decir después de haberlo disfrutado al menos tres veces. Por lo que vengo aquí a compartirlo con ustedes, amigos. Espero que os guste.



Texto pronunciado en inglés en la Universidad de Texas, en 1968- recobrado por Julio Ortega y publicado en castellano por primera vez en la revista española Letra Internacional.



"Puede parecer una tarea estéril e ingrata discutir una vez más el tema de Don Quijote, ya que se han escrito sobre él tantos libros, bibliotecas enteras, bibliotecas aún más abundantes que la que fue incendiada por el piadoso celo del sacristán y el barbero. Sin embargo, siempre hay placer, siempre hay una suerte de felicidad cuando se habla de un amigo. Y creo que todos podemos considerar a Don Quijote como un amigo. Esto no ocurre con todos los personajes de ficción. Supongo que Agamenón y Beowulf resultan más bien distantes. Y me pregunto si el príncipe Hamlet no nos hubiera menospreciado si le hubiéramos hablado como amigos, del mismo modo en que desairó a Rosencrantz y Guildenstern. Porque hay ciertos personajes, y eso son, creo, los más altos de la ficción, a los que con seguridad y humildemente podemos llamar amigos. Pienso en Huckleberry Finn, en Mr. Picwick, en Peer Gynt y en no muchos más.

Pero ahora hablaremos de nuestro amigo Don Quijote. Primero digamos que el libro ha tenido un extraño destino. Pues de algún modo, apenas si podemos entender por qué los gramáticos y académicos le han tomado tanto aprecio a Don Quijote. Y en el siglo XIX fue alabado y elogiado, diría yo, por las razones equivocadas. Por ejemplo, si consideramos un libro como el ejercicio de Montalvo, Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, descubrimos que Cervantes fue admirado por la gran cantidad de proverbios que conocía. Y el hecho es que, como todos sabemos, Cervantes se burló de los proverbios haciendo que su rechoncho Sancho los repitiera profusamente. Entonces, la gente consideraba a Cervantes un escritor ornamental. Y debo decir que a Cervantes no le interesaba para nada la escritura ornamental; la escritura refinada no le agradaba demasiado, y leí en alguna parte que la famosa dedicatoria de su libro al Conde de Lemos fue escrita por un amigo de Cervantes o copiada de algún libro, que él mismo no estaba especialmente interesado en escribir esa clase de cosas. Cervantes fue admirado por su "buen estilo", y por supuesto las palabras "buen estilo" significan muchas cosas. Si pensamos que Cervantes nos transmitió el personaje y el destino del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, tenemos que admitir su buen estilo, o, más bien, algo más que un buen estilo, porque cuando hablamos de buen estilo pensamos en algo meramente verbal.

Me pregunto cómo hizo Cervantes para lograr ese milagro, pero de algún modo lo logró. Y recuerdo ahora una de las cosas más notables que he leído, algo que me produjo tristeza. Stevenson dijo: "¿Qué es el personaje de un libro? Y respondió: "Después de todo, un personaje es tan sólo una ristra de palabras".
Es cierto, y sin embargo, lo consideramos una blasfemia. Porque cuando pensamos, digamos, en Don Quijote o en Huckleberry Finn o en Peer Gynt o en Lord Jim, sin duda no pensamos en ristras de palabras. También podríamos decir que nuestros amigos están hechos de ristras de palabras y, por supuesto, de percepciones visuales. Cuando en la ficción nos encontramos con un verdadero personaje, sabemos que ese personaje existe más allá del mundo que lo creó. Sabemos que hay cientos de cosas que no conocemos, y que sin embargo existen. De hecho, hay personajes de ficción que cobran vida en una sola frase. Y tal vez no sepamos demasiadas cosas sobre ellos, pero, especialmente, lo sabemos todo. Por ejemplo, ese personaje creado por el gran contemporáneo de Cervantes, Shakespeare: Yorick; el pobre Yorick, es creado, diría, en pocas líneas. Cobra vida. No volvemos a saber nada de él, y sin embargo sabemos que lo conocemos. Y tal vez, después de leer Ulises, conocemos cientos de cosas, cientos de hechos, cientos de circunstancias acerca de Stephen Dedalus y de Leopold Blomm. Pero no los conocemos como a Don Quijote, de quien sabemos muchos menos.

Ahora voy al libro mismo. Podemos decir que es un conflicto entre los sueños y la realidad. Esta afirmación es, por supuesto, errónea, ya que no hay causa para que consideremos que un sueño es menos real que el contenido del diario de hoy o que las cosas registradas en el diario de hoy. No obstante, como debemos hablar de sueño y realidad, porque también podríamos, pensando en Goethe, hablar de Wahrheit und Dichtung, de verdad y poesía. Pero cuando Cervantes pensó escribir este libro, supongo que consideró la idea del conflicto entre los sueños y la realidad, entre las proezas consignadas en los romances que Don Quijote leyó y que fueron tomadas del Matière de Bretagne, del Matière France y demás y la monótona realidad de la vida española a principios del siglo XVII. Y encontramos este conflicto en el título mismo del libro. Creo que, tal vez, algunos traductores ingleses se han equivocado al traducir El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha como The ingenious knight: Don Quijote de la Mancha, porque las palabras "Knight y Don" son lo mismo. Yo diría tal vez "the ingenious country gentleman" y allí está el conflicto.

Pero, por supuesto, durante todo el libro, especialmente en la primera parte, el conflicto es muy brutal y obvio. Vemos a un caballero que vaga en sus empresas filantrópicas a través de los polvorientos caminos de España, siempre apelado y en apuros. Además, de eso, encontramos muchos indicios de la misma idea. Porque por supuesto, Cervantes era un hombre demasiado sabio como para no saber que, aun cuando opusiera los sueños y la realidad, la realidad no era, digamos, la verdadera realidad, o la monótona realidad común. Era una realidad creada por él; es decir, la gente que representa la realidad en Don Quijote forma parte del sueño de Cervantes tanto como Don Quijote y sus infladas ideas de la caballerosidad, de defender a los inocentes y demás. Y a lo largo de todo el libro hay una suerte de mezcla de los sueños y la realidad.

Por ejemplo, se puede señalar un hecho, y me atrevo a decir que ha sido señalado con mucha frecuencia, ya que se han escrito tantas cosas sobre Don Quijote. Es el hecho de que, tal como la gente habla todo el tiempo del teatro en Hamlet, la gente habla todo el tiempo de libros en Don Quijote. Cuando el párroco y el barbero revisan la biblioteca de Don Quijote, descubrimos, para nuestro asombro, que uno de los libros ha sido escrito por Cervantes, y sentimos que en cualquier momento el barbero y el párroco pueden encontrarse con un volumen del mismo libro que estamos leyendo. En realidad eso es lo que pasa, tal vez lo recuerden, en ese otro libro espléndido sueño de la humanidad, el libro de LAS MIL Y UNA NOCHES. Pues en medio de la noche Scherezade empieza a contar distraídamente una historia y esa historia es la historia de Scherezade. Y podríamos seguir hasta el infinito. Por supuesto, esto se debe a, bueno, a un simple error del copista que vacila antes ese hecho, si Scherezade contando la historia de Scherezade es tan maravilloso como cualquier otro de los maravillosos cuentos de las NOCHES.

Además, también tenemos en Don Quijote el hecho de que muchas historias están entrelazadas. Al principio podemos pensar que se debe a que Cervantes puede haber pensado que sus lectores podrían cansarse de la compañía de Don Quijote y de Sancho y entonces trató de entretenerlos entrelazando otras historias. Pero yo creo que lo hizo por otra razón. Y esa otra razón sería que esas historia, la Novela del curioso impertinente, el cuento del cautivo y demás, son otras historias. Y por eso está esa relación de sueño y realidad, que es la esencia del libro. Por ejemplo, cuando el cautivo nos cuenta su cautiverio, habla de un compañero. Y ese compañero, se nos hace sentir, es finalmente nada menos que Miguel de Cervantes Saavedra, que escribió el libro. Así, hay un personaje que es un sueño de Cervantes y que, a su vez sueña con Cervantes y lo convierte en un sueño. Después, en la segunda parte del libro, descubrimos, para nuestro asombro, que los personajes han leído la primera parte y que también han leído la imitación del libro que ha escrito un rival. Y no escatiman juicios literarios y se ponen del lado de Cervantes. Así es como si Cervantes estuviera todo el tiempo entrando y saliendo fugazmente de su propio libro y, por supuesto, debe haber disfrutado mucho de su juego.

Por supuesto, desde entonces otros escritores han jugado ese juego (permítanme que recuerde a Pirandello) y también una vez lo ha jugado uno de mis escritores favoritos, Henrik Ibsen. No sé si recordarán que al final del tercer acto de Peer Gynt hay un naufragio. Peer Gynt está a punto de ahogarse. Está por caer el telón. Y entonces Peer Gynt dice: "Después de todo, nada puede ocurrirme, porque ¿cómo puedo morir al final del tercer acto?". Y encontramos un chiste similar en uno de los prólogos de Bernard Shaw. Dice que nada le serviría a un novelista escribir "se le llenaron los ojos de lágrimas, pues vio que a su hijo sólo le quedaban unos pocos capítulos de vida". Y yo diría que fue Cervantes quien inventó este juego. Salvo que, por supuesto, nadie inventa nada, porque siempre hay algunos malditos antecesores que han inventado muchísimas cosas antes que nosotros.

Entonces tenemos en Don Quijote, un doble carácter: Realidad y sueño. Pero al mismo tiempo Cervantes sabía que la realidad estaba hecha de la misma materia que los sueños. Es lo que debe haber sentido. Todos los hombres lo sienten en algún momento de su vida. Pero él se divirtió recordándonos que aquello que tomamos como pura realidad era también un sueño. Y así todo el libro es una suerte de sueño. Y al final sentimos que, después de todo también nosotros podemos ser un sueño.
Y hay otro hecho que me gustaría recordarles: cuando Cervantes habló de La Mancha, cuando habló de los caminos polvorientos, de las posadas de España a principios del siglo XVII, pensaba en ellas como cosas aburridas, como cosas muy ordinarias. Algo muy semejante sentía Sinclair Lewis al hablar de Main Street, y cosas así. Y sin embargo ahora palabras como La Mancha tienen una significación romántica porque Cervantes se burló de ellas.

Y hay otro hecho que me gustaría recordarles. Cervantes, como él mismo dijo dos o tres veces, quería que el mundo olvidara los romances de caballería que él acostumbraba a leer. Y sin embargo, si hoy se recuerdan nombres tales como Palmerín de Inglaterra, Tirant lo Blanc, Amadís de Gaula y otros, es porque Cervantes se burló de ellos. Y de algún modo esos nombres ahora son inmortales. Entonces uno no debe quejarse si la gente se ríe de nosotros, porque por lo que sabemos, esa gente puede inmortalizarnos con su risa.

Por supuesto, no creo que tengamos la suerte de que se ría de nosotros un hombre como Cervantes. Pero seamos optimistas y pensemos que podría ocurrir.
Y ahora llegamos a otra cosa. Algo que es tal vez tan importante como otros hechos que ya les he recordado. Bernard Shaw dijo que un escritor sólo podía tener tanto tiempo como el que le diera su poder de convicción. Y, en el caso de Don Quijote, creo que todos estamos seguros de conocerlo. Creo que no hay duda posible de nuestra convicción en cuanto a su realidad. Por supuesto, Coleridge escribió sobre una voluntaria suspensión del descreimiento. Ahora me gustaría entrar en detalles acerca de mi afirmación.

Creo que todos nosotros creemos en Alonso Quijano. Y, por raro que parezca, creemos en él desde el primer momento en que nos es presentado. Es decir, desde la primera página del primer capítulo. Y sin embargo, cuando Cervantes lo presentó ante nosotros, supongo que sabía muy poco de él. Cervantes debe haber sabido tan poco como nosotros. Debe haber pensado en él como héroe o como el eje de una novela de humor, pero no se ve ningún intento de entrar en lo que podríamos llamar su psicología. Por ejemplo, si otro escritor hubiera tomado el tema de Alonso Quijano, o de cómo Alonso Quijano se volvió loco por leer demasiado, hubiera entrado en detalles acerca de su locura. Nos hubiera mostrado el lento oscurecimiento de su razón. Nos hubiera mostrado cómo todo empezó con una alucinación, cómo al principio jugó con la idea de ser un caballero errante, cómo por fin se lo tomó en serio, y tal vez todo eso no le hubiera servido de nada a ese escritor. Pero Cervantes meramente nos dice que se volvió loco. Y nosotros le creemos.
Ahora bien, ¿qué significa creer en Don Quijote? Supongo que significa creer en la realidad de su personaje, de su mente. Porque una cosa es creer en un personaje, y otra muy diferente es creer en la realidad de las cosas que le ocurrieron. En el caso de Shakespeare es muy claro. Supongo que todos creemos en el príncipe Hamlet, que todos creemos en Macbeth. Pero no estoy seguro de que las cosas ocurrieran tal como Shakespeare nos cuenta en la corte de Dinamarca, ni tampoco creemos en las tres brujas de Macbeth.

En el caso de Don Quijote, estoy seguro de que creemos en su realidad. No estoy seguro - tal vez sea una blasfemia, pero después de todo, estamos hablando entre amigos, les estoy hablando a todos ustedes; el algo diferente ¿no? ; estoy hablando en confianza - no estoy del todo seguro de que creo en Sancho como creo en Don Quijote. Pues a veces siento, que pienso en Sancho como un mero contraste de Don Quijote. Y después están los otros personajes. Me parece que creo en Sansón Carrasco, creo en el cura, en el barbero, tal vez en el duque, pero después de todo no tengo que pensar mucho en ellos, y cuando leo Don Quijote tengo una sensación extraña. Me pregunto si compartirán esta sensación conmigo. Cuando leo Don Quijote, siento que esas aventuras no están allí por sí mismas. Coleridge comentó que cuando leemos Don Quijote nunca nos preguntamos "¿y ahora qué sigue?", sino que nos preguntamos qué ocurrió antes, y que estamos más dispuestos a releer un capítulo que a continuar con uno nuevo.

¿Cuál es la causa? La causa, supongo, es que sentimos, al menos yo siento, que las aventuras de Don Quijote son meros adjetivos de Don Quijote. Es una argucia del autor para que conozcamos profundamente al personaje. Es por eso que libros como La ruta de Don Quijote, de Azorín, o la Vida de Don Quijote y Sancho, de Unamuno, nos parecen de algún modo innecesarios. Porque toman las aventuras o la geografía de las historias demasiado en serio. Mientras que nosotros realmente creemos en Don Quijote y sabemos que el autor inventó las aventuras para que nosotros pudiéramos conocerlo mejor.

Y no sé si esto no es cierto con respecto a toda la literatura. No sé si podemos encontrar un solo libro, un buen libro, del que aceptemos el argumento aunque no aceptemos a los personajes. Creo que eso no ocurre nunca, creo que para aceptar un libro tenemos que aceptar a su personaje central. Y podemos pensar que estamos interesados en las aventuras, pero en realidad estamos más interesados en el héroe. Por ejemplo, aun en el caso de otro gran amigo nuestro - y le pido disculpas a él y ustedes por no haberlo mencionado -, Mr. Sherlock Holmes, no sé si creemos verdaderamente en El perro de los Baskerville. No lo creo, al menos yo creo en Sherlock Holmes, creo en el Dr. Watson, creo en esa amistad.

Y lo mismo ocurre con Don Quijote. Por ejemplo, cuando cuenta las extrañas cosas que vio en la cueva de Montesinos. Y sin embargo, yo siento que él es un personaje muy real. Las historias no tienen nada especial, no se ve ninguna ansiedad especial en la urdimbre que las une, pero son, en cierto sentido, como espejos, como espejos en los que podemos ver a Don Quijote. Y sin embargo, al final, cuando él vuelve, cuando vuelve a su pueblo natal para morir, sentimos lástima de él porque tenemos que creer en esa aventura. El siempre había sido un hombre valiente. Fue un hombre valiente cuando le dijo estas palabras al caballero enmascarado que lo derribó: "Dulcinea del Toboso es la dama más bella del mundo y yo el más miserable de los caballeros". Y sin embargo, al final, descubrió que toda su vida había sido una ilusión, una necedad, y murió de la manera más triste del mundo, sabiendo que había estado equivocado.

Ahora llegamos a lo que tal vez sea la escena más grande ese gran libro: la verdadera muerte de Alonso Quijano. Tal vez sea una lástima que sepamos tan poco de Alonso Quijano. Sólo nos es mostrado en una o dos páginas antes de que se vuelva loco. Y sin embargo, tal vez no sea una lástima, porque sentimos que sus amigos lo abandonaron. Y entonces también podemos amarlo. Y al final, cuando Alonso Quijano descubre que nunca ha sido Don Quijote, que Don Quijote es una mera ilusión, y que está por morirse, la tristeza nos arrasa, y también a Cervantes.
Cualquier otro escritor hubiera cedido a la tentación de escribir un "pasaje florido". Después de todo, debemos pensar que Don Quijote había acompañado a Cervantes muchos años. Y, cuando le llega el momento de morir, Cervantes debe haber sentido que se estaba despidiendo de un viejo y querido amigo. Y, si hubiera sido peor escritor, o tal vez si hubiera sentido menos pena por lo que estaba pasando, se hubiera lanzado a una "escritura florida".

Ahora estoy al borde de la blasfemia, pero creo que cuando Hamlet está por morir, creo que tendría que haber dicho algo mejor que "el resto es silencio". Porque eso me impresiona como escritura florida y bastante falsa. Amo a Shakespeare, lo amo tanto que puedo decir estas cosas de él y esperar que me perdone. Pero bien, también diré: Hamlet, "el resto es silencio"... no hay otro que pueda decir eso antes de morir. Después de todo, era un dandy y le encantaba lucirse.

Pero en el caso de Don Quijote, Cervantes se sintió tan sobrecogido por lo que estaba ocurriendo que escribió: "El cual entre suspiros y lágrimas de quienes lo rodeaban" y no recuerdo exactamente las palabras, pero el sentido es "dio el Espíritu, quiero decir que se murió". Ahora bien, supongo que cuando Cervantes releyó esta oración debe haber sentido que no estaba a la altura de lo que se esperaba de él. Y sin embargo, también debe haber sentido que se había producido un gran milagro. De algún modo sentimos que Cervantes lo lamenta mucho, que Cervantes está tan triste como nosotros. Y por eso se le puede perdonar una oración imperfecta, una oración tentativa, una oración que en realidad no es imperfecta ni tentativa sino un resquicio a través del cual podemos ver lo que él sentía.

Ahora, si me hacen algunas preguntas trataré de responderlas. Siento que no he hecho justicia al tema, pero después de todo, estoy un poco conmovido. He vuelto a Austin después de seis años. Y tal vez ese sentimiento ha superado lo que siento por Cervantes y por Don Quijote. Creo que los hombres seguirán pensando en Don Quijote porque después de todo hay una cosa que no queremos olvidar: una cosa que nos da vida de tanto en tanto, y que tal vez nos la quita, y esa cosa es la felicidad. Y, a pesar de los muchos infortunios de Don Quijote, el libro nos da como sentimiento final la felicidad. Y sé que seguirá dándoles felicidad a los hombres. Y para repetir una frase trillada y famosa, pero por supuesto todas las expresiones famosas se vuelven trilladas: "Algo bello es una dicha eterna". Y de algún modo Don Quijote, - más allá del hecho de que nos hemos puesto un poco mórbidos, de que todos hemos sido sentimentales con respecto a él- es esencialmente una causa de dicha. Siempre pienso que una de las cosas felices que me han ocurrido en la vida es haber conocido a Don Quijote.

30 de noviembre de 2011

LOS PAPELES DE AGUA


Uno de mis escritores favoritos es Antonio Gala. Me gusta su vida, su persona, su voz, las historias que nos describe en sus novelas, sus opiniones en diarios conocidos, su solidaridad, su fundación de apoyo a los jóvenes…

Todos quienes me conocen bien, saben que me encantaría sentar a mi mesa a éste señor. Me gustaría tomar café con él, charlar… tenerle como amigo vaya!


Cuando leí su última novela –las tengo todas, o eso creo-, “Los papeles de agua”, decidí hacer lo posible por conocerle en persona.
Como no compré su novela en el año de la primera edición –ignoro si se han publicado más-, sino que lo hice alrededor de un año después a través de mi club de lectores, no tuve ocasión de ir a la feria del libro a ver si Gala estaba entre los autores que firmaban sus obras. Tendré por tanto que esperar, primero a que él se recupere pronto de ésa enfermedad que le viene apretando fuerte durante estos últimos meses y segundo a que edite una nueva novela, que espero no tarde en aparecer.

Los papeles del agua, no es la historia que más me ha gustado de todas las que de éste autor he leído, sin embargo, viví en tensión todas las emociones que sentía Deyanira Alarcón, una mujer en la decadencia de su éxito como escritora, en la crisis existencial de toda cincuentañera  y su apasionada historia con el joven Aldo, quien la despertó a un sexo ya casi olvidado… Como escenario: la bella y también decadente Venecia. La única ciudad donde una mujer de mi edad, a vueltas de una intensa vida, puede buscar para esconderse y encontrar a su yo más íntimo y personal.



La ciudad se hunde poco a poco, como la vida de Deyanira se hundió en su propia existencia…

Venecia es historia de mujeres… que como yo, estamos en plena decadencia, pero que aún, nos anclamos al amor y a la pasión de la mano de quien nos acompaña, para no dejarnos caer en los canales de la desidia y la soledad…



Venecia es única, como única somos cada una de nosotras… y como esa hermosa y eterna ciudad, nos agarraremos fuertemente a nuestra historia, para mantenernos a flote hasta nuestro último suspiro, nuestro propio final…

26 de noviembre de 2011

LEONORA

Autor: Elena Poniatowska, escritora, nacida en Paris el 19 de Mayo de 1932, hija de dos descendienes de inmigrantes, su madre Paulette nació en Paris en 1913 y se casó con un exiliado descendiente de nobles polacos. En 1941 huyó de la guerra con sus hijas a Méjico, el padre polaco nacionalizado francés combatió en la guerra y al finalizar esta se fue a reunirse con su familia.

Elena, llegó a Méjico alrededor de los 8 años, se casó en 1968 con un Astrofísico y tuvo dos hijos, periodista escritora mejicana, activista política, sus obras literarias han obtenido muchos premios. Su obra "Leonora" obtuvo el premio Biblioteca Breve 2011.

COMENTARIO: Las historias noveladas que tienen hechos históricos me dan curiosidad de buscar cual es la parte histórica que los personajes reales han vivido y cuál es la fantasía del escritor.

Esta historia novelada es muy interesante porque nos describe las costumbres y el pensamiento de principios del siglo XX. al que se reveló Leonora Carrington rompiendo sus lazos familiares, para buscar su reallización como pintora, en una época que era mal visto que la mujer sea culta y las escritoras tenían que escribir con nombres de hombre, existen casos que han pasado a la historia con seudónimo de hombre, siendo desconocidas por las mayorias su verdadera identidad.

Leonora conoce al artista surrealista, Max Ernst, donde surge un gran amor, siendo él 20 años mayor que ella, las amistades de artistas e intelectuales que frecuentan son un mundo que contrasta con el que fue criada en su infancia, la novela nos muestra los dos mundos de la época, en forma amena.

Mi curiosidad por saber la historia real de los personajes me motivó a buscar por internet la vida de Leonora Carrington, nacida en Inglaterra en 1917 y fallecida en Méjico a los 94 años el 25 de Mayo del 2011. A raíz de la guerra toman preso a Max y Leonora sufre mentalmente, por orden de su padre la llevan a España a un hospital psiquiátrico que pasa los sufrimientos más fuertes de su vida, en un momento dado se escapa (1941)llega a Lisboa donde encuentra refugio en la embajada de Méjico. Ahí encuentra al periodista Renato Leduc, quien se casa con ella y la ayuda a emigrar. Lo interesante que vuelve a encontrar entre los refugiados a Max quien tiene de pareja su mecenas Peggy Gugenjeim, que con su dinero rescató de Europa ocupada importantes obras de arte y ayudó a refugiarse en Nueva York a muchos artistas en intelectuales, Pegy fue dueña de una galería de Arte donde promocionó a los artistas emigrados por la guerra un canal comercial para sus obras, pienso que fue el principio de la Escuela de NuevaYork.

22 de noviembre de 2011

Bartleby, el escribiente.



Título: Bartleby, el escribiente.
Autor:Herman Melville.

Hoy os presento un libro, no es un clásico, ni siquiera es un best seller de moda, no. Es un cuento, un relato breve del escritor  Herman Merville, escrito en 1853. 




Seguramente conoces a Merville por su obra principal, Moby Dick. Aquí el protagonista no es una ballena, es "Bartleby, el escribiente", un joven que entra a trabajar en un despacho de abogados, prometedor al principio, comienza pronto a negarse a realizar las tareas que le encomienda su patrón, iniciando así toda una serie de conflictos. ¿Cuántas veces has querido decir “preferiría no hacerlo”? Bartleby comenzó así, y esa frase desencadena un conjunto de acontecimientos impredecibles, que lo precipitan hacia la catástrofe. Hace 150 años que se escribió este relato, pero el personaje es tan actual como nosotros mismos. Nadie puede entender a Bartleby, quizás tú tampoco puedas.

Creo que Bartleby es un anacoreta, en esa oficina convertida en “ermita”, un oxímoron, es la existencia y la no existencia de lo humano.¿Será Bartleby el reflejo de la soledad de su jefe? ¿Es su imperturbabilidad un canto a la libertad, o un brindis a la locura?.

Algunos dicen que este relato es precursor del existencialismo, de la literatura del absurdo; que algunos personajes de Kafka, de Ionesco nacen en el joven Bartleby. Albert Camus lo cita entre sus referentes y hay una versión del relato traducida por Borges.



Sin duda alguna, por esas 90 páginas y por la historia de Bartleby, vale la pena perder unas cuantas tardes de lectura. No me gusta recomendar libros, yo lo he leído varias veces, pero si me preguntas, sólo puedo contestarte “preferiría no hacerlo”. Buena lectura.


"I would prefer not to"


La última edición que he adquirido es una edición de Nórdica Libros, ilustrada por Javier Zabala. 

18 de noviembre de 2011

El ardor de la sangre de Irène Némirovsky



Es una novela intimista y conmovedora, constituye todo un hallazgo que confirma a Irène Némirovsky como una de las autoras europeas más destacadas del siglo XX.
Descubierta en el IMEC (Institut Mémoires de l’Édition Contemporaine) por los actuales biógrafos de Némirovsky,  un  manuscrito que había permanecido perdido y olvidado entre los papeles de su editor de la época, ha vuelto a colocar la obra y la azarosa biografía de esta gran autora en el primer plano de la actualidad.
  La historia transcurre en una tranquila villa de provincias francesa, a principios de los años treinta. Silvio, el narrador testigo y parte activa de los hechos que acontecen, ha dilapidado su fortuna recorriendo mundo. A los sesenta años, sin mujer ni hijos, sólo le queda esperar la muerte mientras se dedica a observar la comedia humana en este rincón de Francia donde, aparentemente, nunca sucede nada. Un día, sin embargo, una muerte trágica quiebra la placidez de esa sociedad cerrada y hierática. A partir de allí, emergen uno tras otro los secretos del pasado, hechos ocultados cuidadosamente que demuestran cómo la pasión juvenil, ese ardor de la sangre, puede trastornar el curso de la vida.

  Con un tono intenso y sosegado, Némirovsky utiliza el espejo sereno y frío de la edad madura para reflejar el impulso fogoso y los excesos de la juventud, en agudo contraste con el sofocante ambiente provinciano de sobreentendidos, sospechas y silencios que la autora describe con esa particular mezcla de lucidez y compasión que caracteriza su obra,
en esa maravillosa forma de contar las cosas, con la virtud de la gran contadora de historias, que de una forma medida, nos sumerge en las profundidades de unos personajes y una trama que te atrapan por momentos, y que este caso, contiene grandes dosis de intriga y un final sorprendente que está a la altura del resto del relato.
Es ese "ardor de la sangre", esa pasión propia de la juventud, la que conduce a ese mundo de infidelidades, traición, intriga e incluso asesinatos. Un "ardor de la sangre" que con los años se apaga y queda oculto bajo el manto del silencio y la hipocresía. Porque es más importante aparentar que ser.  De este modo, unos personajes que al principio nos parecían monótonos, planos, aburridos,... van adquiriendo una profundidad que ignorábamos que tuvieran.
 "¿Cómo prende en nosotros ese fuego" En unos años, en unos meses, a veces en unas horas lo devora todo y después se extingue. Después puedes enumerar sus destrozos. Te ves atado a una mujer a la que ya no quieres, o arruinado, como yo; o, si has nacido para ser tendero y te has empeñado en ser pintor en París...
¿Quién no ha visto su vida extrañamente deformada y torcida por ese fuego en un sentido contrario a su naturaleza profunda? En definitiva, todos nos parecemos, mucho o poco, a las ramas que arden en mi chimenea y se retuercen al antojo de las llamas. Aunque tal vez no debería generalizar: hay gente que es tremendamente sensata a los veinte años. Pero yo prefiero mi locura pasada a toda su sabiduría."

"¿Quién conoce a la verdadera mujer? ¿El amante o el marido? ¿Son realmente tan distintas la una de la otra? ¿O están tan sutilmente mezcladas que resultan inseparables? ¿Están hechas de dos sustancias que una vez combinadas forman una tercera que ya no se parece a las otras dos? Lo que sería tanto como decir que a la verdadera mujer no la conocen ni el marido ni el amante. Sin embargo, se trata de la mujer más sencilla del mundo. Pero he vivido lo bastante como para saber que no hay corazón sencillo"
 Cafetenado con Loli 2.0


14 de noviembre de 2011

Libros con sabores de lectura ágil.


No se trata de libros que se chupan, o se comen. No se trata de libros que huelen. Hoy hablaré de algunos libros que “saben”. Saben hacernos dormir con su historias bajo la almohada, saben invitarnos a que los terminemos porque su lectura es de ligero equipaje, no pesa. El poso que nos dejan tras su lectura es agradable, duradero y placentero, incluso para quienes consideren que estas lecturas son poco profundas.

En primer lugar trataré el poso que deja una onza de chocolate.

Sabor a chocolate” de Jose Carlos Carmona (Málaga, 1963), es un libro para regalar, no para descargar de Internet, es para poseer, no para intercambiar. Actualmente lo podemos encontrar en edición de bolsillo, aunque puestos a elegir, es mucho más bonita la edición tradicional con sus pastas duras. Su atmósfera cabalga entre la música, la guerra, y el amor. Los sentimientos que leeremos y digeriremos como propios, igual que deshacemos una onza de chocolate en nuestra boca, no se ceban en un sentimentalismo exacerbado.

Su autor fue Premio Literario por la universidad de Sevilla, pero a mí no me atrajo por el premio, sino por su sencillez literaria, que a la vez : es compleja para cualquier aficionado a la escritura que alguna vez haya intentado decir lo justo, con las palabras justas. ¿Es de amor?, preguntarán algunos  e inmediatamente lo rechazarán de sus listas de lectura, perdiéndose el sabor de sus páginas.
Pues sí lo es. Pero distinto, porque este tiene un color especial : es marrón como el chocolate con leche.

Sabor a Canela” de Jose Carlos Carmona, es otro de sus libros de sabores, que además se escucha. Podemos oír los acordes de sus violines a manos de una chica enamorada de la música. Este libro es la excusa perfecta para otro par de noches con un sabor escondido bajo la almohada. Cuando lo abráis os encontraréis con la sorpresa, de que aún siendo “pequeño”, tiene  ¡ 180 capítulos !, testigos todos ellos presenciales de una forma de narrativa y de contar que ya tuvo su preludio en el libro anterior. Incluye algunas reseñas históricas al final de los capítulos y una bella poesía de Heinrich Hart al final del libro. Sé que en los actos promocionales se regalaba el CD con la música a la que hace alusión la obra, pero desconozco como conseguir esa edición.

A quienes les encante lo breve, conciso, escueto, digerible y directo : podrán o no compartir el sabor de los libros que hoy recomiendo, pero quedarán prendados de esa prosa ágil con la que Jose Carlos captura toda nuestra atención.

Desde aquí hago un llamamiento al autor, para que se anime a escribir “Sabor a café”.
Un abrazo para todos y todas des -demispalabras-.

11 de noviembre de 2011

Día Internacional de la Biblioteca: Clara Sánchez, Lo que esconde tu nombre


Con motivo del Día Internacional De La Biblioteca, el Centro Andaluz de las Letras invitó a  los Clubs de Lectura de la provincia a un encuentro con la escritora Clara Sánchez, para que nos hablara de su último libro, Premio Nadal 2010, Lo que esconde tu nombre.
Según la reseña de la editorial es una novela sobre la memoria y la culpa, un relato de terror que no necesita de elementos sobrenaturales para provocar escalofríos.Yo no diría tanto, una vez que la he leído. Está escrita utilizando dos narradores primera persona ,que se  turnan para dar su versión objetiva de los mismos acontecimientos, por lo que a la vez que engancha, crea intriga en el lector,  resulta repetitiva. Crea muchas expectativas al principio, con el personaje de Julián, un caza nacis desahuciado por los médicos, que viaja a España tras recibir una carta de Salva, un antiguo amigo suyo con el que estuvo recluído en un campo de concentración.  Conoce a Sandra, una joven inmadura que no sabe muy bien lo que quiere hacer con su vida, y es acogida por un matrimonio noruego (nazi) que acaba contratándola como asistente personal la mujer.  En ese pueblo conviven un grupo de veteranos nazis jubilados, que viven apaciblemente y sin llamar la atención,  y se dopan con una especie de ampollas para la eterna juventud, son ricos,  y parecen  buena gente.

Lo que me extraña a lo largo de toda la novela, es que no pase nada contundente, es decir, que aunque Julián los sigue, los investiga, les amenaza, se pone en evidencia, (no le hacen nada aunque lo tienen controlado) nunca llega a ir a la policía, ni a ninguna organización anti-nazi que pueda ayudarle en su propósito y en más de una ocasión pone en peligro a Sandra,  dejándose ver con ella en un pueblo pequeño donde todo se ve y se sabe.

Es de lectura fácil y entretenida; pero también hay algunos detalles no creíbles.  A la trama en general se le podría haber sacado mucho más jugo (clínicas ginecológicas, la chica embarazada, el elixir de la juventud, cita la película “La semilla del diablo”). A medida que avanza la lectura el final va decayendo; y la intriga creada desde el principio y que tiene atrapado al lector, decepciona con un desenlace edulcorado y bastante absurdo. Pero en sí,  como novela de entretenimiento, se puede recomendar.
Aprovecha para hablar de temas transversales (falta de culpa, relaciones humanas, juventud, vejez…) crea expectativas  que dan para un final emocionante,  pero que se pierden en la nada, no sé si tendrían algo que ver las cartas amenazadoras que recibió la autora.


8 de noviembre de 2011

El almohadón de pluma

 
El almohadón de pluma es uno de los cuentos de locura, amor y muerte de Horacio Quiroga. A mi aita le gustaba mucho este escritor y él fue el que me introdujo en su lectura cuando todavía era una jovencita.
Y este fue el primer cuento que leí con él, un cuento que me causó una gran impresión y cogí la manía de no dormir con almohada aunque la mia no era de pluma, pero por si acaso, ya sabeís.

Como el cuento es corto, lo transcribo enterito, a ver si os pica la curiosidad y, los que no conozcais su obra, vais corriendo a leer algo más de este gran cuentista Uruguayo que desplegó todo su instrumento expresivo en estas narraciones cortas donde están sus mejores páginas, con El Salvaje (1920), con Los Cuentos de la Selva para los niños (1921), y con Anaconda (1923), que es la epopeya de las víboras. Son estos relatos últimos, donde tan hondamente se adentró imaginariamente en la psicología zoológica, los que  han valido a Quiroga el título de <Kipling sudamericano>.
Para darle un toque más de novedad que de originalidad, me he permitido leer el cuento en voz alta, así, si os viene de gusto, lo podréis leer y escuchar al mismo tiempo, espero que os guste mi tempo de lectura, solo teneis que clicar sobre el play del reproductor.














EL ALMOHADÓN DE PLUMA


Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, aunque a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en que vivían influía no poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso -frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia. En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. Había concluido no obstante por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegara su marido.
No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de su marido.  Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó muy lento la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la más leve caricia de Jordán. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni pronunciar  una palabra.
Fue ese el último día en que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absoluto.
-No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle.  Tiene una gran debilidad que no me explico. Y sin vómitos, nada... Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.
Al día siguiente, Alicia amanecía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin que se oyera el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, deteniéndose un instante en cada extremo a mirar a su mujer. Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche  quedó de repente con los ojos fijos. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.
-¡Jordán! ¡Jordán! -clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra. Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia lanzó un alarido de horror.
-¡Soy yo, Alicia, soy yo!
Alicia lo miró con extravío, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, volvió en sí. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola por media hora temblando. Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.
El  médico de cabecera se encogió de hombros y desalentado dijo-. Es un caso inexplicable... Poco hay que hacer...
-¡Sólo eso me faltaba! -resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
Alicia fue extinguiéndose en subdelirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas oleadas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó jamás. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaban ahora  en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha. Perdió luego el conocimiento. Los días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oían más que el delirio monótono que salía de la cama, y el sordo retumbo de los eternos pasos de Jordán.
Alicia murió por fin. La sirvienta, cuando entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.
-¡Señor! -llamó a Jordán en voz baja-. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.
Jordán se acercó rápidamente y se dobló sobre aquel. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.
-Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
-Levántelo a la luz -le dijo Jordán.
La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
-¿Qué hay? -murmuró con la voz ronca.
-Pesa mucho  -articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.
Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.
Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón sin duda había impedido al principio su desarrollo; pero después que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había el monstruo vaciado a Alicia.
Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.  

5 de noviembre de 2011

La educación del talento.

"Una cosa es la inteligencia, y otra el uso que hagamos de ella. Les pondré como ejemplo la vida de un alumno mío. Un muchacho de diecisiete años, con un altísimo cociente intelectual, muy estudiante, que llegó a la conclusión, tal vez cierta, de que era más inteligente que sus profesores y que el resto de sus compañeros. Como le gustaba mandar, se hizo cabecilla de una pandilla de chicos del barrio, más torpes que él. Se fue metiendo en pequeños delitos, le gustó manejar dinero, dejó los estudios, empezó a trapichear con drogas y ahora, a los veintitrés años, está en la cárcel. ¿Este muchacho es tan inteligente como dicen los test? Puede serlo, pero le falta esa inteligencia de nivel superior que es la encargada de dirigir adecuadamente todas las capacidades personales..."
JOSÉ ANTONIO MARINA, La educación del talento.

Esta estupenda frase me gustó mucho, la pensé verídica al cien por cien; me sentí como usa el autor, “en hombros de gigante”. Hoy la he recordado, y me ha hecho pensar.”¿Es tan inteligente como dicen los test?” Si os fijáis el libro en el que se presenta es el titulado La educación del talento.
Talento, según la RAE es:
1. m. inteligencia (capacidad de entender).
2. m. aptitud (capacidad para el desempeño o ejercicio de una ocupación).
3. m. Persona inteligente o apta para determinada ocupación.
4. m. Moneda…
¿Cuántas veces hemos recorrido la casa entera buscando algo que en principio teníamos justo a nuestro lado? ¿Somos torpes, tontos o simplemente no habíamos focalizado bien nuestra búsqueda? A mi entender el libro en sí, trata de eso: educar la focalización de las diferentes intelectualidades de cada uno.
Su alumno se descarrió, y lleva razón el autor en que le falta ese tipo de inteligencia de alto nivel, pero cuidado;¿esa inteligencia es innata? No; de ahí que Marina se haya molestado en escribir el libro.
Es tu educación lo que te predispone para focalizar mejor o peor las vicisitudes de la vida. Y ella te debe ser dada en la comunidad en la que creces, y si es posible, en un estadio determinado de tu desarrollo. Fuera de esto es un arduo trabajo para el más capacitado, que puede llevar años conseguirlo, y como se diría en mi pueblo: y muchos topetazos. Y lo normal es el fracaso.
Hoy en día vivimos en la sociedad del conocimiento, y no se equivoquen, por muchos derechos sociales que consigamos, ahí fuera peleamos una jauría de lobos. Desde que en la humanidad se pronunció el terrible vocablo ‘mío’, el mundo no ha parado de estar en guerra, ni las personas en esclavitud.
Actualmente existen personas que se tiran todo el día tramando como malgastar su dinero, mientras que la mayoría salen de casa de noche y otra vez es de noche cuando vuelven. Y al igual que las primeras, se tiran todo el día cavilando, pero éstas para saber cómo llegar a fin de mes. Sin tener tiempo para educarse ni para sacar de ese rol a su descendencia.
¿Recordáis el Indomable Will Hunting? Matt Damon es un chaval superdotado, en un nivel acaso sobrenatural. Lo sabe todo de todo, pero se quiere quedar en un barrio discriminado, con un trabajo precario. ¿Y sabéis por qué? Por solidaridad, por fidelidad a sus amistades; a los que de verdad han tenido las mismas oportunidades sociales que él.
“La familia educa, la escuela instruye.” José Antonio Marina.
Nos pasamos horas leyendo los diarios deportivos, la prensa sensacionalista. Nos sabemos las plantillas de los equipos, las relaciones sentimentales de menganica y fulanico. Malgastamos tiempo recopilando datos sobre cosas que ni por asomo nos interesan.
Es por lo que recomiendo a todos los que se precien a dar un trato de favor tanto a su familia, como a sí mismos, que lean La educación del talento de José Antonio Marina, así como toda la biblioteca UP.

Mis felicitaciones a los promotores de este blog. También mi agradecimiento por dejarme participar. Un saludo.