¿Se puede contar la vida como si fuera manada de relatos, mezclando recuerdos personales, llevando al límite hechos cotidianos en los que cualquiera pueda verse reflejado?
Relatos atravesados por Una manada de Ñus, esa metáfora compuesta por animales extraños que según se miren pueden parecer toros, caballos o antílopes, mientras cruzan el río de la vida, lleno de cocodrilos que a dentelladas van dejando en el camino algunos, para que el resto pueda seguir adelante. Así es la vida, como en Cuidados Paliativos dónde en la habitación de un hospital se convive con extraños que van pasando, extraños que se vuelven como de la familia, de tanto respirar el mismo aire viciado se convierte en adictivo. Este relato es uno de los que más me ha gustado del libro, aunque no puedo decir que alguno me haya decepcionado.
Tú sigue por donde vas que no vas a ninguna parte. ¿Quién no siente a veces a ese hijo adolescente que vive en su habitación como un inquilino, un desconocido que vive bajo el mismo techo y que puede jugar a la duplicidad?
Brooke Shields es el relato que hace homenaje al cine, a esa primera vez en aquellos adolescentes del Lago azul, o en la que se va solo a ver la película de tu estrella favorita, dónde conviven presente y pasado, historias que se encuentran.
Los relatos de Bonilla se sienten, se viven, se recuerdan en cualquier momento, como cuando vas a sacar dinero al cajero y no recuerdas la clave de la tarjeta, increíble como ha logrado construir un relato y rizar el rizo con algo tan simple en Sólo tienes que resistir hasta mañana.
O cómo buscar El Sol de Andalucía embotellado en una ciudad gris, cómo puede sentirse la soledad hasta la médula en una habitación de hotel mientras escuchas gritar gol en la habitación de al lado al mismo tiempo que tu equipo marca el gol que le hará subir a primera división y sientes deseo de hablar con ese alguien y a la vez te sientes paralizado ante la incertidumbre de lo que puedes encontrar al otro lado.
Sin duda alguna, la manera de hacer una Subasta Holandesa con la propia vida. ¿Quién no ha escrito alguna vez una lista con esos deseos que quiere cumplir antes de los cuarenta, y cuando esa lista llega de nuevo a tus manos, compruebas que no fuiste capaz de enderezar el destino hacia aquellos deseos irracionales de entonces y desde ese trozo de papel el adolescente que fuiste te pide cuentas?
Una vez escuché decir a Juan Bonilla que ser escritor es una manera de evitar cometer delitos, que escribiendo se desquita uno de las obsesiones que pueden llegar a atormentarte. En El Llanto, el protagonista graba el llanto del bebé del vecino para vengarse algún día. Cada vez que escucho al niño de mi vecino con el llanto desconsolado me entran ganas de poner la grabadora.
En Justicia poética dos jóvenes llevan a cabo una venganza, “Porque leer es un arma de doble filo. Y más en la adolescencia. La pasión por la literatura en ciertos adolescentes es muy peligrosa” admite con una sonrisa Bonilla, cómplice del guiño al poeta Fonollosa.
Sin duda alguna uno de los mejores libros de relatos que he leído este año. Aún tengo pendiente leer su novela “Prohibido entrar sin pantalones” publicada en 2013 también.
Leer a Juan Bonilla es una apuesta segura.
Me sorprende lo que afirma Bonilla: "una manera de evitar cometer delitos". Tu reseña me parece muy buena, con una panorámica general que no desentraña otra cosa que interés por la lectura.
ResponderEliminarUn buen ejemplar para tener en cuenta. Gracias por la recomendación.
ResponderEliminarUn saludo
El único libro que he leido de Juan Bonilla ha sido "Nadie conoce a nadie" y me ha encantado. Es un gran autor.
ResponderEliminarSaludos.