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20 de noviembre de 2014

El gran cuaderno. Agota Kristoff.

EL GRAN CUADERNO

Autora: Agota Kristoff

Mucho se ha escrito sobre este fabuloso libro que forma parte de la trilogía de "Claus y Lucas", traducido a 33 idiomas y escrito originalmente en francés.  El gran cuaderno es la historia de dos niños abandonados en una zona geográficamente no situada en el mapa de la que muy poco conocemos, a caballo entre Rusia y Hungría en la segunda guerra mundial. Es un pueblo fronterizo al que un par de niños, gemelos, llegan desde la gran ciudad bombardeada, guiados por su madre, y quedan a merced de los cuidados de su abuela, una mujer egoísta, avara, analfabeta y muy sucia que en cierta forma nos recuerda al escenario de un cuento muy popular “Hansel y Gretel”. Creo que la mejor descripción de la abuela, para que nos hagamos una idea de cómo viven la historia ese par de niños, es el siguiente párrafo extractado de la página 12:


“La abuela es la madre de nuestra madre. Antes de venir a vivir a su casa no sabíamos que nuestra madre todavía tenía madre. Nosotros la llamamos abuela. La gente la llama la Bruja. Ella nos llama «hijos de perra».

La abuela es pequeña y delgada. Lleva una pañoleta negra en la cabeza. Su ropa es gris oscuro. Lleva unos zapatos militares viejos. Cuando hace buen tiempo va descalza. Su cara está llena de arrugas, de manchas oscuras y de verrugas de las que salen pelos. No tiene dientes, al menos que se vean.

La abuela no se lava jamás. Se seca la boca con la punta de su pañoleta cuando ha comido o ha bebido. No lleva bragas. Cuando tiene que orinar, se queda quieta donde está, separa las piernas y se mea en el suelo, por debajo de la falda. Naturalmente, eso no lo hace dentro de casa."


El personaje de la abuela tiene también una historia pasada que se deja ver entre cortinas, con un par de detalles que pueden ser la causa de una existencia tan desgraciada. 
Quien espere encontrar una historia tierna, contado por dos niños inocentes, con final feliz, se sorprenderá de la crueldad que se impregna en la transformación de los dos personajes principales en adultos. La prosa de Agota Kristoff corta a cuchillo, lenguaje claro, sin adornos ni florituras, con palabras certeras, justas, frases cortas, diálogos que se clavan con todas sus miserias y capítulos muy breves que nos hacen avanzar en un desánimo sin esperanza, con un telón de fondo de guerra y deshumanización, del que los niños se protegen ensayando unos ejercicios muy peculiares (de cuerpo, de espíritu, de sordera, ceguera, de ayuno) y escribiendo en el cuaderno que les había regalado su padre, con el firme propósito de “sobrevivir”. Quizás esa entrega al conocimiento y a la escritura sea una forma de libertad para ellos. La propia autora, al hablar a cerca de su forma de escribir, dijo: "Seguramente mi forma de escribir viene del teatro. Diálogo puro. Lo justo, sin relleno, sin grasa. ¿Para qué dar vueltas? ¿Para hacer literatura? No me interesa la literatura".

Los personajes secundarios no tienen nombre: la prima, el cura y su asistenta, el militar, “cara de liebre” (una niña con retraso mental),  acompañan a los niños en unas escenas que delimitan el espacio y tiempo del lector, que lo apartan de formar parte de una historia en la que seguramente, no llegará a empatizar plenamente con las situaciones planteadas, principalmente por su dureza. Pero es que una guerra, es horrible, y si afirmara que estos niños son “crueles”, estaría equivocada. Efectivamente la guerra sí es cruel y despiadada, pero esos críos son la personificación de unos seres carentes de amor, y que en mi reflexión personal: se mimetizan con el horror que les toca vivir con un propósito muy claro, seguir viviendo. Si los observamos con detenimiento son caritativos con los más débiles y aconsejan a los más idiotas. 

Temo contar más de la historia porque creo que merece mucho la pena ser leída, prefiero tirar el anzuelo y que cada uno descubra por su propios medios aquellas reflexiones que le sean más certeras, las cuales estaré encantada de escuchar y compartir.


El lector interesado en la autora, Agota Kristoff, podrá encontrar infinidad de datos biográficos sobre su vida. Nació en 1935 en Csikvánd (Hungría) y falleció en el año 2011 en Neuchâtel, Suiza. El libro Claus y Lucas lo escribió como tres historias independientes (El gran cuaderno, La prueba y La tercera mentira) que luego se aunaron en una sola. “El gran cuaderno” (1.987), la primera, es la imprescindible, escrita en primera persona del plural (a veces no sabía si eran dos hermanos o uno solo, ambos forman un todo indisoluble que al final del gran cuaderno se disocian ofreciéndonos ese complemento el uno del otro, el que se queda y el que se marcha). En España se ha reeditado recientemente en edición bolsillo (Booket) y anteriormente por Aleph.  En un momento de su vida, Agota dejó de escribir, simplemente dijo que "no tenía más para contar". Puede que desahogara toda su alma en cada uno de sus libros hasta quedarse seca, pero personalmente, me alegro de haberla encontrada y haber podido disfrutar de esta obra suya. Otros dos libros de la autora son "Ayer" (publicada por Edhasa)  y "La analfabeta" (editorial Obelisco) de carácter autobiográfico. 

Reseña de Laura Garrido Barrera.