13 de abril de 2017

ÁNGULOS



Reconozco una dificultad añadida el hecho de leer con ojos críticos la obra poética de una amiga. Chelo de la Torre se ha pasado esto años amasando este primer libro de poemas que ni nunca se había propuesto. La profesora de Matemáticas se apartó del encerado y dejó de respirar polvo de tiza. Había dedicado toda su vida profesional a enseñar a calcular perímetros, áreas, ecuaciones, logaritmos y derivadas, pero ya jubilada seguía con ganas de nutrir sus propias neuronas haciéndolas trabajar en un campo desconocido. Y como el mayor que aprende a cultivar hortalizas en un campo social, se ha dado a tallar palabras, pulimentarlas y encararlas en una estructura poética.

Ángulos ha titulado a este primer poemario nacido mayormente en las esquinas de la vigilia o en el sobresalto de una urgencia. Hay mucho de personal, de intimismo, de lágrima seca de mujer, de madre cuyos hijos siguen anidando en su corazón, a pesar de las largas horas de vuelo fuera del nido. Un libro redondo, cuyos múltiples sesgos y biseles han logrado casi una esfera perfecta. Un libro que bien podría ser ese círculo, al que se accede desde los infinitos ángulos de la periferia perimetral hacia el corazón que más veces padece que goza. En todo él, una magia de la proporción y cadencia que podría venir de esa relación mágica de π con la circunferencia, esa en la que ella ha envuelto el pasado remoto con el presente y hasta con los miedos a futuro, con  la música y el clamor que todo lo ordena y armoniza.

Chelo de la Torre ha construido sus poliedros líricos con los mimbres de esa misma geometría y aritmética que durante tantos años ha utilizado para dar una sólida formación técnica a los estudiantes de segundo grado, ahora que sus días son “un círculo centrado en la rutina” y con la sencillez de la línea recta, a lo sumo quebrada, pero nunca helicoidales de artificio barroco. Precisamente en la sencillez de su sintaxis y en lo acertado de sus ricas metáforas reside el mayor de los alicientes. La voz poética habla como la profesora de matemáticas que fue, sin engolar la voz, sino usando la distancia más corta entre los dos extremos de un segmento: “La lluvia quiere borrar la casa donde me hice niña”.

En su poesía, un recorrido por la memoria refrescando la infancia y juventud, aunque también se proyecta al futuro: “recuerdo la vida que pudimos tener juntos”. A esta fiesta de la escritura ha convocado a todas aquellas personas y elementos que conformaron su vida y sus recuerdos, sobrevolando por encima de todo el presente en esos sobresaltos de un dormir intranquilo y accidentado por amor: “A un lado van las dudas, / las dudas de casi todo”. O mucho más claramente cuando afirma: “otra vez su mirada en blanco rompe la noche…  se despiertan las termitas que roen mi útero en silencio”.

Enhorabuena, querida amiga. Es cierto que la Red está cuajada de voces que se autodenominan poeta en lugar de obreros del ripio; pero no es tu caso. Este primer libro deja la puerta abierta a seguir creando, a elaborar sin prisas ni pausas, y a sacar de ti el manantial lírico por el que apuesto y espero.

7 de abril de 2017

EXPERIENCIAS MÍSTICAS DE UNA MONJA DEL SIGLO XVIII

              Escritos de las Sierva de Dios Sor María del Socorro                                   Astorga Liceras (1769-1814)


En un “cajoncito” de madera han permanecido durante doscientos años los escritos de una monja del Convento de las Mínimas de Archidona. Unos papeles que han resistido diversos avatares, desde la invasión francesa que sufrió el pueblo en el siglo XIX, la Desamortización de Mendizábal, la quema de archivos durante la Guerra Civil, la casi ruina del convento en la década de los años cuarenta, y el más terrible de todos, el olvido.

                                Detalle de los escritos y el "cajoncito"
Los escritos de  Sor María del Socorro Astorga Liceras, (1769-1814), a la que  "su director espiritual, la obligó a que dejara por escrito toda su vida espiritual, incluso antes de ser religiosa, como una vez siendo monja profesa", donde le ordenó que contara "todo, aunque fueran minucias sin importancia". Unos escritos que quizá siguiendo el ejemplo de Sta. Teresa de Jesús o de otras tantas religiosas de la época, tenía la misión de dejar su impronta para las religiosas de su orden.
 Un testimonio que en el contexto de hoy día, nos puede resultar incomprensible, pero si se tiene en cuenta que durante los siglos XVIII y XIX  las únicas salidas "decentes o airosas" para la mujer eran el matrimonio o el convento; y las lecturas a las que podían acceder eran mayormente textos de vidas de Santos, la podremos entender mucho mejor. Además de que su vida se fracturó cuando quedó huérfana de madre a los tres años y su padre,  alarife de la Plaza Ochavada, contrajera nuevas nupcias. 


El otoño de 2015 visitamos Archidona para presentar Maneras de desandar el tiempo, una  antología de relatos de nuestro grupo de escritura Punto y Seguido. Después de la presentación  fuimos a tomar unas tapas en un bar ubicado en la Plaza Ochavada, y  entre caña y tapa, hablamos de libros y esto derivó al tema de las mujeres escritoras. Fue entonces cuando Sole, la bibliotecaria, me contó que el día 8 de diciembre presentarían un libro sobre unos escritos  que habían encontrado en un cajoncito en el Convento de las Monjas Mínimas, tras la muerte de otra monja. Como he apuntado anteriormente la historia de cómo se han llegado a publicar estos escritos después de dos siglos me pareció digna de ser compartida.
 El día 23 de marzo de 2013, un acontecimiento que parece de lo más natural, el fallecimiento de Sor Ángeles Rodríguez Utrilla, a la edad de 96 años, encadenó varias casualidades. En el Archivo Histórico Municipal de Archidona, se encontraban investigando sobre el legajo del alarife archidonés Fco. de Astorga, padre de la Sierva de Dios y se empezó a hablar del tema con el Rvdo. D. Marcos, que ofició el funeral de la anciana.  Al día siguiente, (las personas citadas con nombres y apellidos en la introducción del libro, de dónde estoy copiando estos datos casi de forma literal), hablaron sobre la citada monja, sobre su vida y obra, de como la la comunidad nunca había leído totalmente los escritos espirituales de Sor María del Socorro, porque la letra del principios del siglo XIX, les suponía gran dificultad.
Se había gestado la idea de conmemorar el doscientos aniversario de su muerte, y en las reuniones previas, en un locutorio del convento de Archidona, descubrieron algunas de las "casualidades" que conectaban la muerte de la anciana monja Sor Ángeles con la de Sor María del Socorro (autora de los escritos). Averiguaron que Sor Ángeles fue una de las cuatro religiosas que permaneció en el convento cuando estaba prácticamente arruinado durante los años cuarenta y que se había encargado de dar a conocer la espiritualidad de Sor María del Socorro a la comunidad, especialmente entre las novicias. 

En los días siguientes comenzaron los trabajos, fotografiaron los escritos de Sor María del Socorro, siempre en uno de los locutorios, pues nunca salieron del convento. Durante este proceso descubrieron que junto a los manuscritos originales, que están conservados en un "cajoncito" de madera, además existía una copia literal realizada en el siglo XIX, encuadernada en un grueso legajo. Los documentos originales están escritos en papel tamaño folio, sueltos, numerados a lápiz con una letra distinta y doblado por la mitad, quedando en tamaño cuartilla.
Una vez digitalizada toda la documentación, comenzó el proceso de transcripción, que les llevaría un tiempo. Tras ello, comenzaron una primera fase de corrección ortográfica y gramatical, pero sin modificar en ningún momento el contenido del texto original,  al que solo se le han colocado tildes, puntos, comas, etc. puesto que carecía totalmente de ellos. Un trabajo que ha durado dos años y al leer el libro se nota la dedicación, el cuidado y el gran cariño que en él se han invertido.
Hay que destacar que la crónica general del convento de Archidona se perdió durante la Guerra Civil. Aun así se tienen datos de que no fue la primera vez que se intentó publicar, ya entre 1828 y 1829 se recogieron y cotejaron dichos escritos. Un siglo después en 1935 el mínimo Padre José Anguera, redescubrió estos escritos y propuso su publicación, pero desapareció como tantos otros eclesiásticos en octubre de 1936 y por ello los escritos de Sor María del Socorro, siguieron  guardados en su "cajoncito" del archivo de las mínimas.

Y es así como ha sido posible que estos escritos hayan tomado forma de libro y podamos leerlos en un precioso volumen, y como muestra este pequeño fragmento del principio:
" A los cuatro años de edad, celebró mi padre segundas nupcias; Dios me dio otra segunda madre, tan buena para mí ciertamente, el Señor me hizo un gran beneficio, pues me quitó las muchas gachas que me daban mi padre y mis tías. Empezó con entereza a hacerme dura, por lo que me quedé tan acobardada que parecía tonta; por tal me tenían, y así me nombraban todos menos mi padre, que siempre me defendía y no quería que me dieran ese título, que será una honra para mí hasta el fin de mi vida, y le tengo amor, porque me ha ahorrado tener vanidad, y no me ha estorbado para conocer a mi Dios."

Me llamó la atención como cuenta la relación con su madrastra, imagino que en el contexto de la época ese "me quitó las muchas gachas" era respetuoso, y así poco apoco nos va desgranando  una crónica de su vida terrenal y espiritual, desmenuzada a lo largo de 638 páginas y dónde se puede escuchar la tenue voz de esta mujer devota y mística. En las fotos que acompañan esta edición podemos observar su limpia caligrafía, el oratorio, el claustro, la tribuna con celosía desde dónde asistían las enfermas a las celebraciones litúrgicas, incluso una pintura al óleo de la monja y muchas más curiosidades que adornan este precioso libro.
 Los originales pueden ser una fuente de estudio para los estudiosos de la espiritualidad y mística mínima, así como en la historia de la lengua de la España de comienzos del XIX.

1 de abril de 2017

PIEDRA DE LA HONDA

"Porque la poesía destrona gigantes con la palabra" (A. capilla)

La lectura de un libro, siempre conlleva una meditación, de lo contrario, el libro, pasaría por nuestras vidas sin haber dejado ni la huella de una letra. Si además ése libro es un poemario, con más razón aún.

La poesía no puede dejarnos vacíos. Si lo hiciera, sería porque el poeta no ha conseguido su objetivo, que quizá, no sea otro que el de llegar al lector y acariciarle el espíritu o agitarle la conciencia (dependiendo siempre del tipo de poesía que se escribe).

"Piedra de la Honda" (Ediciones Vitruvio 2016),
Puede ser adquirido en "La casa del Libro"
En "Piedra de la honda", su autor busca ambas cosas. Y lo consigue. Su verso claro es lanzado como una honda allá donde el autor desea hacer diana consiguiéndolo. Se alza fuerte como la piedra de David hasta conseguir derribar al gigante o dejar rendido ante sus palabras al amor.

Así encontramos en el libro 46 poemas sin indiferencia ante las desigualdades de nuestro Mundo. 46 poemas que cantan al amor en su globalidad:

"Y se bien qué es luchar mientras me acabo
sublimando mi vida en la canción,
porque siendo precaria mi existencia
el caudal de mi canto es el amor"


y contra la barbarie humana en cualquier esquina del planeta. No en vano, Antonio Capilla viaja a través de sus versos a veces a Palestina para afligirse con quienes sufren y lanzar su piedra por ellos.:

"Oh, capullitos de rosa
y rosas del sol de Gaza,
qué belleza para el mundo
si el mundo no os ignorara"

Otras veces, a Ciudad Juárez para denunciar el feminicidio sistemático y consentido:

"Mujer, en tu dolor
eres la alondra víctima
de la zarpa cobarde
que se ha clavado en tí"

Allí donde se necesita una voz, una palabra, un poema, está Capilla para tensar su honda y destronar gigantes. Incluso cuando el gigante es la propia Naturaleza:

"Orquídeas, jazmines, rododendros...
flores de Katmandú, cubrid el valle
y amortajad los cuerpos de las víctimas
tragadas por la tierra con horror."

Así viaja Capilla: "verso a verso" "golpe a golpe", como leímos a Antonio Machado, tocayo y paisano de este autor que va surcando la tierra y persiguiendo estrellas en el firmamento:

"Voy surcando la tierra
conquisto el surco
al arado doy sangre 
y a la tierra vigor.
Yo persigo una estrella
y labro con mi vida
y me abro en tu garganta
y tu voz está en mí"

Y el autor no detiene su canto mientras viaja. Toda causa que el humano sufre, le duele y a ella canta en el intento de mitigar el daño. En el intento de que su honda alcance al gigante que abraza el cuello para oprimir las gargantas. Antonio Capilla con su "Piedra de la Honda", camina dispuesto a luchar todas las batallas a golpe de verso, al son de las palabras:

"Cuando el dolor es una llaga inmensa
que se extiende en la Tierra
sin que nadie lo impida,
yo tengo en mi memoria
al que ha sido olvidado
después de perder todo.
Y esta noche tan fría
soy un grillo que canta
y despierto conciencias.
Si, que mi canto se expanda en el viento."

Esta debe ser la razón de la existencia del poeta. La lucha a través de los golpes de las palabras y el ritmo de los versos. Si, ya no hay "poetas sociales" como antaño lo fueron Blas de Otero o Gabriel Celaya. No los hay porque nuestro mundo ya no es únicamente nuestra sociedad individual, sino que somos un mundo globalizado donde conviven miles de sociedades distintas. Por eso, los poetas como en este caso Antonio Capilla, son necesarios para expandir el movimiento "Humanismo Solidario" y gritar a golpe de verso por cualquier causa que necesite ser gritada en cualquier esquina de nuestro Planeta.

Antonio Capilla

Antonio Capilla Loma, Sevillano de nacimiento y madrileño de adopción, es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y Diplomado en Magisterio, especialidad de lengua y literatura. Fue profesor de lengua y literatura españolas durante 37 años, ha cultivado desde joven la creación poética y colaborado en revistas y antologías. Como autor, también ha prologado varios libros y tiene editados 8 poemarios entre los que se encuentra "Lua" de editorial Lastura, en edición bilingüe Castellano-Árabe. "Piedra de la Honda" de ediciones Vitruvio es su publicación  más reciente y puede ser adquirida en las tiendas de La Casa del Libro, entre otras