8 de octubre de 2012

LOS OTROS MUNDOS - Rosana Alonso


Decir que un libro de relatos te ha costado de leer suena mal. Lo primero que se tiende a pensar es que no te ha gustado, que te ha aburrido. En mi caso, suele ser lo contrario. Los libros de relatos me cuestan más de leer que una novela, porque los relatos y los microrrelatos deben saborearse como las buenas comidas o los buenos vinos para que su regusto te impregne el paladar y los sentidos.

Y, hablando de libros buenos, este: LOS OTROS MUNDOS, de Rosana Alonso.

Este libro es la primera publicación en papel de Rosana Alonso. El libro consta de 99 microrrelatos, divididos en dos partes: Mundos Imposibles. Mundos Improbables y Mundos de Ensueño. Mundos de Pesadilla.
Los relatos abarcan distinta extensión dentro del microrrelato. Desde una línea hasta poco más de una página, pero en todos ellos queda impresa la huella de la calidad literaria.
No pude dejar de sonreír al ver el primer relato: La fila. Porque precisamente con este me ganó aquella semana en ReC.
Rosana juega con la realidad, con lo visible, con lo aparente. Pero no siempre es la realidad cruda que vemos ante nuestros ojos, ella le da la vuelta hasta hacer aparecer la que no se ve, la que está debajo de todo ello. Probablemente no es la que uno se imagina, la que espera al final del relato pero no importa. Lo que importa, para mí, es que te obliga a detenerte para analizar ese final, para analizar que toda historia tiene muchas caras, las mismas que un fractal.

Desde que han retirado los mendigos de la calle, Don Prudencio no duerme bien …” Ego te absolvo”, pero ¿Por qué?

Esa manera de desdoblar la vida en múltiples caras, lo dice en su relato “El intercambio”: No sé cuánto tiempo ha pasado desde entonces, desde mi nueva perspectiva el espacio es una metáfora y los relojes son una farsa.

Rosana Alonso no disfraza la realidad, solo te ofrece otra mirada. Además, que es lo que más me gusta, sin necesidad de crueldades gratuitas. La cara más oscura del ser humano, la más cruel, ella la pone ante nuestros ojos como si se tratara de un juego inocente: Por las noches salgo en camisón a ver a mamá … Veo a mamá que asoma su cara flaca y pálida por la ventana. Es cuestión de adivinar qué se esconde en medio.

En algunos relatos, Rosana nos habla del mundo infantil. De esa visión que tienen los niños y que nosotros, probablemente, hemos perdido. Y con la aparente inocencia de un niño nos lleva a través de relatos como “Sagrada Familia”  que os copio a continuación.

Sagrada familiaLa niña mira el Belén mientras toma la merienda, algo no cuadra. En realidad no falta nada: los pastores, las lavanderas, los Reyes Magos, el hombre haciendo gachas, hasta el Herodes delante de su castillo. Estas navidades lo ha puesto con la ayuda de mamá, incluso le ha comprado esa fuente de la que mana agua de verdad que tanto le gustó cuando la vio en aquel escaparate. De repente la pequeña observa el portal y se da cuenta. Coge la figura de san José con mucho cuidado y la tira a la basura. Ahora sí que es perfecto.

Me ha parecido magnífico el relato “Sutiles, ingrávidos y gentiles…” O “Autoedición” o “Sísifo” o “Sobresaliente”

Todos y cada uno de los relatos encierra algo, la punta del iceberg que sobresale levemente para que nosotros la descubramos como si utilizáramos el mismo microscopio que Rosana Alonso.

Aunque ella insiste, como dice su último relato, en que no le gustan los finales felices, yo espero y deseo que este sea el inicio feliz de más relatos de la misma o mayor calidad literaria.


Los otros mundos, de Rosana Alonso, Editorial Talentura- 2012





3 de octubre de 2012

El corazón del tártaro.

La dama da las gracias.

Esta novela es la primera que leo de Rosa Montero, quien me ha sorprendido con sus profundas metáforas y sus excelentes ambientaciones.

Lo cierto es que, para mi sensible gusto (y tras haber leído anteriormente la bella novela de Cristina Peri Rossi, El amor es una droga dura), El corazón del tártaro ha sido, en ciertos aspectos, desagradable.

Tanto que uno llega a sentirse tan solo y perseguido como la protagonista; lo que significa que su intención de transmitir esa agonía ha dado resultado.

La sinopsis es la siguiente (la copio literal):
Sofía Zarzamala, editora de libros medievales, huye de su apartamento una mañana después de una inquietante llamada telefónica en la que una voz de hombre le dice: “Te he encontrado”. Durante veinticuatro horas, la fugitiva Zarza hará un recorrido por los bajos fondos urbanos, la miseria y la crueldad... Todo su misterioso pasado regresa con una fuerza irresistible, en un demoledor paralelismo con sombrías leyendas medievales.

La dama de Shalott.

Este libro me lo recomendó mi padre (como casi todos), ya que sabe que me encantan los temas medievales.

La protagonista, Zarza, escapa y a la vez se reencuentra con su pasado, que se va revelando en un frío y crudo ambiente, donde rememora sus vivencias en la Torre, junto a la Reina Blanca.

Pero también, la autora nos narra algunas leyendas medievales muy cercanas a nuestra protagonista.

Una de ellas es El Caballero de la Rosa, que Chrétien de Troyes realizó en torno a 1175 y bajo el mecenazgo de Edmundo Glasser, IX duque de Aubrey y coetáneo suyo, con el fin de vanagloriar su apellido. Fue descubierta por el polémico inglés Donald Harris.

Rosas (detalle).

Y este es un precioso fragmento:
Gwenell, su esposa, es una extranjera, una galesa de cabellera tan roja y enmarañada “como una zarza ardiendo”: ésa es la exacta imagen que usa Chrétien. Es bella, bellísima, tan hermosa como sólo pueden serlo las hermosas damas de las fábulas; y, como todas ellas, carece de edad y no envejece, porque el tiempo no la hiere, sólo la besa, y ésta es otra imagen del autor.

La otra historia es El traidor Mirval (ambientada en la China medieval), una versión que Borges incluyó en su Historia universal de la infamia.

Además de este fragmento que compara el mito griego (que no leyenda medieval) con la relación entre Zarza y su hermano mellizo:

La ninfa Salmacis amaba con tal intensidad a su hermano adolescente que no quería separarse de él ni el más breve momento. Acabaron por fundirse la una en el otro, transmutados en una deidad híbrida llamada Hermafrodita. Esto es, perdieron su identidad y se convirtieron en algo monstruoso.

Hermafrodito y la ninfa Salmacis.


A pesar de la inevitable empatía que el lector puede llegar a sentir hacia la solitaria y desdichada Zarza, esta novela contiene algunas frases que resultan de lo más apoteósicas, pues revelan una realidad aplastante sobre el mundo en el que vivimos, a veces tan desagradable como bello.

Estas son algunas de ellas:

El azar, ese novelista loco que nos escribe.

A veces pensaba que se había hecho historiadora para poder apropiarse de la memoria ajena y escapar de la propia. Para tener algo que recordar que no doliera. El historiador como parásito del pasado de otros.

Las criaturas fantásticas siempre tienen una existencia efímera.

Tal vez la vida insoportable pueda soportarse con tal de que haya una sola persona que te quiera, una sola persona que te mire, una sola persona que te perdone. La existencia de un justo, de una única mujer o un único hombre buenos, puede salvar la ciudad de la lluvia en llamas.

La bola de cristal.


Era un hombre de pensamiento profundo y lento: poseía una de esas inteligencias arquitectónicas que necesitan levantar primero los cimientos, y luego las paredes, y que sólo al final colocan la techumbre de las ideas.

Estamos tan acostumbrados a la bondad que solemos confundirla con la idiotez.

La infancia es el lugar en el que habitas el resto de tu vida.

Los infiernos que podemos imaginar son siempre menos crueles que los auténticos.

La muerte es una especie de oscura apoteosis.

Dicen que es justo ante la muerte cuando la hermosura de la vida se acrecienta.


Tristán e Isolda compartiendo la poción.


Y este es mi fragmento preferido, el mayor instante de amor que experimenta la protagonista...

Urbano frunció el ceño.
-Cuando estoy contigo no me importa morirme -dijo al fin.
Y volvió a apretarla entre sus brazos, que eran diez, que eran cien, mil hermosos brazos de varón palpando y recorriendo hasta los más remotos recovecos de su cuerpo de hembra. Zarza sintió que su sexo se abría como un volcán, todo fuego y violencia. Aflojó las piernas, desfallecida, convertida en un agujero radial, una estrella de carne. Ella era una niña, ella era una virgen. Ella era un paquete de Navidad envuelto en celofán y alegres lazos. Era la primera vez que se ofrecía. Fuera de su padre y de su hermano, Zarza no había amado nunca a ningún hombre. Urbano la tumbó en el suelo; la desnudó a tirones, se desnudó a tirones, entreabrió los muslos de Zarza con sus manos fuertes y separó el canal mojado y palpitante como Moisés separó las aguas del Mar Rojo. Es decir, fue un acto portentoso. Siseantes roces de pieles sudorosas, jadeos y gemidos, líquidos ruidos de placer. Esos ruidos magníficos que tal vez estuvieran traspasando ahora la pared, que tal vez alcanzaran los oídos de los vecinos; sólo que ahora Zarza se encontraba de esta parte del muro, de esta parte del mundo, donde estaba la vida. Los comienzos del universo debieron ser así, como la explosión de un coito luminoso; un revoltijo de humedades mezcladas, de ingles apretadas y de recónditas anatomías que se refrotan, hasta que la tensión de la carne crece y crece y estalla en un espasmo de plenitud, el cataclismo original en el que empieza todo.


Ophelia.


Todas las ilustraciones pertenecen al pintor prerrafaelita John William Waterhouse (Roma, 1849 - Londres, 1917).

28 de septiembre de 2012

"LA LUZ DEL DÍA". Graham Swift.

Editorial Anagrama, 2003. 313 páginas.


Graham Swift está considerado como uno de los mejores novelistas británicos de la generación de los 80, junto con Julian Barnes, Martin Amis, Ian McEwan y Kazuo Ishiguro

Cuando iba a editar las etiquetas para esta entrada, dudé. 
Al final, me decidí por colocar las de Novela negra y Novela policíaca, porque lo es. 
Pero es muchas cosas más; podría haber añadido la de Novela intimista, o haber creado una nueva categoría: Novela gastronómica.

Empecé a leer a Graham Swift hace poco tiempo. Empecé con la considerada como su más lograda  novela y una de las mejores de los últimos años del siglo XX en Inglaterra: "El país del agua".

Después de esa obra maestra -llevada al cine con Jeremy Irons como protagonista- leí "Fuera de este mundo", "Mañana" y "Desde aquel día" y aún tengo reservada "Últimos tragos", también convertida en película.

Pero me he decidido por traer aquí y recomendar "La luz del día" por su casi perfecta estructura, porque encontré, sin saberlo en un principio, una maravillosa novela que recuerda en algunos aspectos formales a las mejores de la línea negra anglosajona: narración en primera persona, intriga hasta el final, protagonista atormentado y con "manchas" en su pasado.

Casi desde el principio, conocemos muchos de los hechos. Sabemos quién es el asesino (la asesina), quién es el asesinado (el marido de ésta); pero no el cómo ni el exacto por qué. 

Aunque, también casi desde el principio, conocemos el triángulo que da lugar a la tragedia: la esposa, profesora de lenguas extranjeras; el esposo, un ginecólogo de éxito; y la joven refugiada croata, alumna de la primera.

El protagonista, un detective privado contratado por la esposa y que había sido policía, va contándolo todo, con saltos en el tiempo: pasado, presente...



Enamorado de su clienta, la profesora asesina, y rodeado por una serie de mujeres que influyen en su vida: su hija, con la que lo une una especial relación afectivo-gastronómica; su secretaria, que fue su amante y que lo daría todo por él; su ex esposa, que tras 20 años de matrimonio, le dice adiós sin más.

Poco a poco, nos va desvelando los cómos y los porqués, como capas de una cebolla, hasta llegar a la última página. Él es el único que conoce todos los hechos pasados, presentes, de la excelente trama que va tejiendo el autor.

También es una novela acerca de "cruzar, atravesar líneas": sobre la sexualidad, sobre la homosexualidad, sobre la relación detective/cliente, sobre la relación detective/persona vigilada, o policía/detenido, o profesor/alumno...

Precisa, lacónica, lírica, profunda, da gusto leerla. 

No sé si es mejor despacito, para saborearla o rápidamente, para desentrañar el final y llegar a saber todo lo que sabe el protagonista/narrador.



Algunas citas:
"Amar es estar dispuesto a perder, es no tener, no guardar."

"Ir a visitar a alguien a la cárcel se parece a un breve ensayo de la cosa real, una breve idea del castigo. Las puertas se cierran detrás de nosotros. Un sistema -un olor- nos traga, nos registran, nos cuentan, nos marcan. Nos preguntamos vagamente si nos dejarán salir. Luego, cuando se acaba el tiempo, se produce un pequeño milagro. Regresamos -todo está en orden- por el camino por el que vinimos. Damos ese sencillo paso que no lo es tanto para los que se quedan dentro, un paso que para ellos ni siquiera es concebible.
Puede que a todos debieran obligarnos a darlos. Una especie de educación, un privilegio. Saber cómo es dejar el mundo y que después nos vuelvan a poner en él."



"En los aeropuertos hay canales y espacios vacíos y filtros; estar allí se parece a estar en una cadena de producción. Un enorme sistema de opresión que elimina toda aura o -por la misma vía- la realza. Tantas partidas, tantas llegadas: no se pueden distinguir un sencillo adiós de una agonía, amantes de amigos. La gente se excita, se abraza, se niega a separarse, se besa. ¿Qué significan esos ojos húmedos? ¿Que nos vemos el sábado que viene? ¿Que nunca volveremos a vernos?
Toda esta intimidad en público. Pero aquí no es algo desacostumbrado, es casi lo que corresponde.
Y, del mismo modo, es el sueño de un detective. Uno pasa a formar parte de la multitud, nadie se da cuenta de nuestra presencia, ni siquiera si pasara rozándolo.
Y, de todos modos, no hace falta ser detective. Se lleva en la sangre.
¿Quién no lo ha hecho alguna vez? De pie o sentado al borde de un gran espacio lleno de gente, mirando. Y quién, por el mero gusto de hacerlo, no ha escogido, como un espía, una silueta aislada, una pareja, y seguido cada uno de sus movimientos, de sus gestos, quién no ha intentado leer sus labios. Y quién no se ha preguntado: ¿cuál es su historia?"

"En la meticulosa y amorosa preparación de un plato hay (...) una especie de poder curativo."



Graham Swift.