Salvatore Roncone -Bruno como le gusta ser recordado, por su alias de partisano-, es un hombre en el ocaso de la vida, que es alejado del campo calabrés donde ha vivido toda su vida, para ser trasladado a la gran ciudad donde uno de sus hijos ha creado su propia familia y donde habrá de ser tratado de una enfermedad terminal que se extiende lenta y segura, por sus entrañas.
Durante su viaje a la ciudad, se detienen brevemente en en el museo romano de Villa Giulia, donde su hijo ha de realizar unas gestiones. Mientras espera a su regreso, nuestro protagonista se queda fascinado por un sarcófago etrusco que representa a una pareja de esposos cuya sonrisa ha quedado cincelada para eternidad.
Salvatore descubre con su llegada a Milán una ternura que le había sido negada hasta entonces a pesar de los hijos que había tenido, pero no había criado. Es al conocer a su nieto Bruno, un bebé de meses, cuando siente por primera vez, la maravillosa sensación de tener una vida nueva en sus brazos.
La forma en que es educado su nieto por aquellos padres modernos, tan distinta de la manera en que lo hacen los campesinos del sur italiano, representa para Salvatore, un choque entre dos mundos, sintiendo de inmediato el deber de salvar al niño de aquella civilización tan individualista.
En Milán, conocerá a la mujer que le devolverá la ilusión de un nuevo y último amor, tan distinto de las pasionales historias de amor vividas en su juventud. Hortensia le descubrirá que para el amor de verdad la pasión es desvivirse porque el otro viva cada instante sabiéndose querido e importante.
A pesar de lo poco que le gusta ése nuevo mundo que representa la gran ciudad, Salvatore va perfilando su nueva personalidad, ésos cambios que acontecen en él por el enorme cariño que le despiertan tanto su nieto Brunettino, como Hortensia. Ambos le hacen sentirse pleno, es el climax de la vida que le llega a una edad en que ya nada nuevo esperaba. Ahora, su vida es más alegre y las sonrisas aparecen en su rostro haciéndole sentir a veces un bobo risueño. Sin embargo, aprecia ésa sonrisa etrusca con la que desearía pasar a la eternidad.
"Las sonrisa etrusca", es un canto al amor verdadero, a la vida y a la plenitud del alma. Nos habla de la importancia de saborear cada instante como si fuera el último. Nos ayuda a analizar sobre las cosas verdaderamente importantes, que generalmente son aquellas pequeñas muescas que nos rodean y en las que no nos fijamos en nuestro día a día.
Salvatore descubre la felicidad al conocer a su nieto. Halla en el niño, el modo de dar un nuevo sentido a su vida, de intentar ser aquello que la propia vida le ocultó que podría ser: un hombre realmente feliz.
La felicidad plena...la buscamos tan insistentemente, nos enrabietamos tan a menudo por localizarla lejos de los lugares a los que pertenecemos, como si fuera ése lugar el culpable de nuestra infelicidad. Sin darnos cuenta, alejamos de nosotros aquellas fuentes de donde la propia felicidad mana.
Y el manantial, no está en una ciudad concreta. Ni en una nueva vida. El manantial de la felicidad nos acompaña durante toda nuestra vida, tan sólo debemos aprender a dar los pasos que nos dirigen hacia nuestro propio interior. Y dejar que el mundo gire alrededor.
La novela de Sampedro, nos muestra una vez más, la necesidad de no rendirnos nunca, la forma en que debemos sacar ventaja a la muerte, a ésa señora que nos espera al doblar una esquina de la vida, y a la que debemos aprender a mirar de frente, orgullosos de haber sido quienes somos, dichosos de haber vivido, de haber amado...
Quizá entonces podamos mirarla a los ojos con una sonrisa etrusca en los labios, mientras la decimos: "Valió la pena, llegar hasta aquí"
Hablar sobre quién fue José Luis Sampedro, es sentir lo mucho que hemos pedido con su ausencia y a la vez, lo mucho que aprendimos de él.
Con sus novelas y ensayos, con sus ideas y su filosofía, hemos crecido unas cuantas generaciones de españoles y europeos. De él, podemos decir que fue uno de los grandes españoles del siglo XX.
José Luis Sampedro (Barcelona 1-feb-1917 / Madrid, 8-Ab-2013); fue un escritor y humanista español que abogó por la "construcción de una economía más humana y solidaria, que fuera capaz de desarrollar la dignidad de los pueblos".
En 2010 se le concedió la Orden de las Artes y las Letras de España.
En 2011, se le otorgó el Premio Nacional de las Letras españolas.
Todavía tengo pendiente a este autor. Pero voy a tener que ir haciéndole hueco rápido,que tu reseña deja con ganas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Saboréalo...y luego nos los cuentas!!
EliminarBesos
¡Qué magnífica reseña! No se puede contar mejor. Mi enhorabuena.
ResponderEliminarSé que lo dices desde la "sapiencia", tú no podías haber dejado de leer esta novela, esperando a que yo te la presentara!!!
EliminarTú tienes mucho "arte mi arma" !!
El libro cayó en mis manos este verano, una delicia. Buena reseña.
ResponderEliminarUn abrazo -se los recomiendo a todos, es una verdadera maravilla-
Si. También conmigo sucedió este verano. La casualidad, quiso ponerlo en mis manos. Y aunque ya había leído algún ensayo de este humanista enorme, la narrativa de esta historia me conmovió. Durante unos días, me hizo analizar algunas cosas y al cerrar la última página, una lágrima se hizo hueco entre mis ojos mientras mi corazón abrazaba la historia de éste libro...o ¿acaso el abrazo fue a la vida?
EliminarTengo pendiente al autor, de hecho tengo algunos libros en casa (este entre ellos), pero empezaré por otro ;)
ResponderEliminarBesotes
Nunca es tarde para dejarse llevar por las palabras de este gran humanista del siglo XX.
EliminarSaludos
Cuando leí l novela quede fascinada de tanta calidez, de que un abuelo pudiese sentir así cuando una vida se acaba y otra comienza, hasta ahora que soy abuela no entendí del todo esa sonrisa etrusca que dejo que un corazón vuele sin problemas cuando se acerca el final. Me ha encantado volver a recordarla. Un abrazo.
ResponderEliminarCreo que la vida, nos alecciona siempre, hasta en los últimos momentos debe estar dándonos oportunidades para ser feliz, aunque solo sea el leve instante de reflejar una última sonrisa en nuestros rostros.
EliminarSaludos
Me encantó esta novela, es una historia triste pero muy emotiva y tierna.
ResponderEliminarBesos
No ví tristeza en la novela, sino afán de superación y aceptación de lo inevitable...quizá la vida sea así:agridulce.
EliminarPero debe ser grande llegar al final con la sensación que todo lo bueno y lo menos bueno que nos haya sucedido: valió la pena vivirlo.
Saludos
Tengo el honor de poder decir que era amigo personal de mi padre (fallecido veinte años antes que San Pedro. Pude leer sus primeras novelas todavía "calientes".
ResponderEliminarQué gran honor tuviste Paloma! un hombre así en tu casa!! poder disfrutar de sus charlas, aprender de sus palabras a viva voz!!
EliminarEnhorabuena por haberlo vivido y tenido. Felicidades por poder contar algo así.
Saludos
Lei el libro hace años y me encantó, sensibilidad, ternura, deseo de seguir viviendo y aprovechar al máximo los dias que nos quedan...un libro entrañable.
ResponderEliminarMuy buena reseña, la llevo a Facebook que se me habia olvidado.
Efectivamente Chelo, todo eso transmite esta novela de Sampedro..y amor. Mucho Amor!!
EliminarAmor por lo cotidiano, por el día a día, por los detalles pequeños, por una leve caricia, un gesto de ternura, una certeza de que se es amado...
Si, la novela es así...
Yo también lo leí hace años y, tal como tengo por costumbre con ciertas obras, volveré a leerlo. Pronto le toca ya. Saludos
ResponderEliminarCreo que esto que dices nos sucede a muchos lectores...que somos como dicen que son los asesinos...volvemos al lugar del crimen!! y cuando una novela nos ha gustado mucho, regresamos a ella con la certeza de que nos recibirá con los brazos abiertos. Aunque nosotros ya no seamos aquellos quienes un día la leyeron, sino que seremos estos otros, algo más pausados y con mayores deseos de aprovechar nuestro tiempo con aquello que realmente nos hace feliz y nos ayuda a hacer feliz un poquito a los demás.
EliminarSaludos
Tuve que leerla en el instituto y como muchas lecturas obligatorias, no elegidas libremente, acaban quedando en el olvido. Con el tiempo he aprendido a admirar a este autor al que siempre daba gusto escuchar y leer y, La sonrisa etrusca es de esos títulos que merecen mi relectura porque sé que estos nuevos ojos que ahora tengo me harán disfrutarla de mil maneras.
ResponderEliminarUn besin
Las novelas que nos piden leer nuestros profesores, siempre son porque tienen mucho que analizar. Algunas no nos captaron desde el primer momento, quizá, como bien dices, porque los ojos de nuestro alma aún no estaban preparados para ello, sino dispersos entre la bruma de la inquieta juventud.
EliminarSin embargo, es bueno retomarlas cuando nuestro alma es un poco más sabia, aunque sus ojos, necesitan lentes que disipen las brumas de antaño nos impidieron leer lo realmente escrito y disfrutar plenamente de ello.
Saludos
Éste es uno de esos libros que tengo que leer. Pronto. :-)
ResponderEliminarBesos
Hola Saramaga!
ResponderEliminarSi. No dejes de hacerlo.
Pronto o más tarde, tómate tu tiempo. Porque la novela esperará a tu momento.
Saludos