Cinco horas con Mario, Miguel Delibes
Contaba Miguel Delibes que
empezó a escribir su novela con Mario como protagonista principal y un narrador
en tercera persona. Cuando llevaba un
montón de páginas se dio cuenta que no funcionaba esa voz, tampoco podía
escribirla en primera persona por el tipo de personaje que la censura rechazaría en aquellos años, entonces
pensó hacer un experimento narrativo. Utilizaría la voz de Carmen Sotillo, en
un monólogo dialogado con su difunto marido, al que le lanza preguntas sin
respuesta posible, mientras relata episodios de su vida en común dejando ver su
enorme frustración como mujer durante los veintitrés años de su matrimonio.
Según palabras del propio
autor sobre el libro
“En la historia de Menchu y Mario hay sucesivos enriquecimientos, pero
escasos progresos. Es una historia varada; no anda. Yo podía haberla dejando en
la mitad o haber seguido hasta el infinito”
En la introducción de Antonio Vilanova cuenta, que Delibes llevó a cabo una
proeza narrativa al dar vida simultáneamente a los dos personajes de la novela
a través del monólogo. Por un lado está
Mario, a quien la viuda se dirige como si viviese todavía, en un íntimo soliloquio por medio del cual habla
mentalmente con un interlocutor pese a que ya no puede responderle. Por otra a
Carmen, dolorida y patética imagen de una mujer frustrada por el fracaso de su
matrimonio, caracterizado por la insatisfacción sexual y la incomunicación
sentimental, que no le ha impedido ser madre de cinco hijos. Y víctima al
propio tiempo, de la absoluta incompatibilidad de caracteres que la ha
distanciado de un marido del que ya no parece estar enamorada, ante el cual
muestra un evidente complejo de inferioridad, pero de cuya conducta personal
y humana se siente profundamente
avergonzada. Un marido cuyas ideas políticas, impropias de la clase a que
pertenece, le parecen totalmente equivocadas y
cuyas preocupaciones éticas de moralidad pública y justicia social no
comparte ni comprende.
A través del largo monólogo
interior de Carmen, repetitivo,
incoherente y deshilvanado, cuya ininterrumpida enumeración de quejas y
agravios revela la existencia de unas
preocupaciones recurrentes y obsesivas. Durante la narración le llama: zascandil,
zoquete, adoquín, haragán, botarate,
tonto de capirote, pedazo de alcornoque…
Y es que, a pesar de la
intención deliberada del autor, que se ha propuesto hacer de Carmen un
personaje francamente odioso y negativo, la verdad humana que encierra, su arrolladora
vitalidad, y su fisonomía inconfundible de personaje típico, perfecto exponente
de las ideas y creencias tradicionales, vigentes en un determinado momento
histórico dentro de la clase social a que pertenece, la han convertido en uno
de los caracteres más logrados y certeros de la novelística española de
postguerra. Por sorprendente y extraño que parezca, el secreto de este logro
estriba en que el autor, consciente de haber cargado excesivamente la mano al
perfilar los rasgos negativos que caracterizan a ese personaje, se ha esforzado
al propio tiempo en mostrar las causas que determinan y justifican la mayor
parte de sus reacciones negativas, para que podamos comprenderle.
Desde el punto de vista
humano, se trata de una mujer buena y honesta, que ha sacrificado su vida
entera a sus obligaciones de ama de casa y madre de familia. Una mujer
reprimida e insatisfecha en sus aspiraciones económicas y en sus deseos de
figurar socialmente, que se ha mantenido siempre fiel a sus deberes de esposa,
pese a la apatía sexual que le reprocha con insistencia a su marido y a los
frecuentes requerimientos de que ha sido objeto por su llamativa belleza
física. Mujer inculta por falta de una instrucción adecuada, que oculta su
profunda ignorancia bajo el superficial barniz de distinción de una niña bien y
sus buenos modales de señorita.
Carmen Sotillo acapara la
atención del lector y convierte su frustración humana y social de casada
quejosa e insatisfecha en el tema principal del relato. Apareciendo como la
víctima de un matrimonio desigual y equivocado, entre personas pertenecientes a
una misma clase social, pero educadas en distintos ambientes y adscritas a
ideologías contrapuestas y antagónicas, correspondientes a los dos bandos en
pugna durante la guerra civil.
Fragmento capítulo XXIV:
“Y no creo que ande mal de los nervios por eso, cabeza dura, que muchísimas
veces pienso que tú estabas bien cuando estabas mal, y mal cuando estabas
bien, aunque parezca un despropósito.
Los nervios, los nervios..., Los nervios salen a relucir cuando se está
demasiado bien, eso, cuando uno tiene
todo resuelto y vive sin preocupaciones. Entonces salen los nervios y todo lo
que tiene que salir, que no sé a santo de qué esa perra…”
Uno de los monólogos más potentes de la literatura.
ResponderEliminarSaludos
Una gran obra, con una fuerza que pocas tienen. Con denuncia, con crítica, con amargura... Imprescindible.
ResponderEliminarBesotes!!!
Un clásico =)
ResponderEliminarLeí la novela hace años, me encantó
Besotes
Una de mis novelas preferidas (de Delibes, de la novela del siglo XX, y de la historia de la literatura en general). Te parecerá una locura, pero cuando la acabé de leer por primera vez, me enamoré de Carmen Sotillo.
ResponderEliminarInteresante esta entrada gracias por esta presentación.
ResponderEliminarSaludos desde Abstracción texto y Reflexión
Hola Loli.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo cómo enfocas los antecedentes, la primera intención de Miguel Delibes de narrar en tercera persona y a medida que sigues escribiendo la reseña, cómo la transformas en un estudio del personaje. Es de estas novelas importantes que tengo pendientes de lectura. Gracias.
¡Vaya comentario más bueno de ese libro inolvidable de Delibes!
ResponderEliminarDelibes, para mí, ha sido un escritor de esos que te llegan a enamorar.
Creo que habré leído todo lo que escribió y, conociéndole a través de lo que han dicho de él y, viéndole un día dando un paseo, no podía comprender que de un hombre tan serio, y con una cara tristona o muy poco expresiva, pudiesen salir narraciones maravillosas llenas de buenos sentimientos que me hacían vibrar.
Pese a ello, llegué a descubrir que tenía un corazón maravilloso y que su expresión, pudiera ser el reflejo de todo el sufrimiento de su corazón al haber perdido al amor de su vida.
¡enhorabuena!
Abrazos.
Kasioles
Una novela que tengo pendiente, aunque conozco la historia por la obra de teatro que representó Lola Herrera. ¡Impresionante! Gracias por compartirla.
ResponderEliminarA mi me gustó mucho este libro, pero todavía más la obra de teatro interpretada por Lola Herrera. Magnífica.
ResponderEliminarUn abrazo
Me gustó mucho leer este comentario de un libro que me encantó leer. Me gusta muchísimo acercarme a este autor dueño un arte y un léxico envidiable.
ResponderEliminarun abrazo.