En Voces de Madrugada Jone Miren Asteinza utiliza un verbo fácil, espontáneo y convincente, lleno de metáforas asequibles y descripciones perfectas, para llevarnos a esos lugares pretéritos donde habitan el recuerdo y la nostalgia, el pasado aún es presente y el hoy es una copia del ayer en el que buscamos una respuesta que no termina de llegar, según se deduce de unas frases aleatorias que entresacamos de sus propios relatos.
Las cuatro partes diferenciadas en las que la autora ha dividido su libro nos traen historias verosímiles, sencillas y creíbles, a pesar de la imaginación de la que hace gala en todos sus relatos y de estar inmersos éstos en la ficción.
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En Voces de otros tiempos, la primera parte, nos muestra el desnudo adolescente de su ecografía interior con sabor a moras y olor a trópico, mezclados con los efluvios de la leña, el musgo, la tierra mojada y el dulce rumor de la hojarasca. Todo hace que se abran nuestras compuertas para que, a partir de ahora, entren sus letras en el jardín de nuestra memoria.
En Voces lejanas, la segunda parte, todo desprende un tinte más otoñal, "esa época en que se dibujan caracolas en la luna, en la que es tan pobre el presente que hay que endeudarse soñando" con historias de traiciones insospechadas, venganzas amargas, distorsiones de la realidad y un maravilloso relato titulado Ojos de hielo.
En la tercera parte, Voces cercanas, la sonoridad de los argumentos de sus narraciones nos deslumbra con brotes de erotismo, sorpresa y humor. Tan cercanas son sus voces que todas las historias están relatadas en primera persona, aunque en Un pijama frío utilice la segunda para referirse a esa misma primera persona. Y un cuento con verdadero empaque: Recuerdos rotos.
Finaliza con Microvoces y, en esta última parte, nos muestra la delicia de diecisiete microrrelatos. Con la brevedad requerida, alguno de tan sólo línea y media. No sabría con cual quedarme. Su corta extensión invita a no relegar ninguno.
Es cierto que los relatos cortos incitan a una segunda lectura. A mí me ha ocurrido con el libro entero y lo he leído dos veces casi seguidas para degustar todos sus matices. Aunque la totalidad de las narraciones dejan un bouquet agradable, redondo, siempre hay alguna que sacia más las apetencias del lector. Por particularizar, ya que cada cual tiene sus gustos, destacaría, respectivamente en cada una de las partes en que se divide la obra, los siguientes: Sabor a moras, Ojos de hielo, Recuerdos rotos y entre los microrrelatos quizás La búsqueda.
Luismi nos hizo esta foto a Miren y a mí |
A pesar de no haber podido asistir a la presentación de Voces de Madrugada, como sí hice en Madrid con su primer libro La escritora y el enterrador y otros relatos, en un viaje reciente a Barcelona, tuve la oportunidad de pasar un par de horas muy agradables con Jone Miren Asteinza. Allí, acompañados de nuestros cónyuges, renovamos nuestra amistad y hablamos de proyectos y realizaciones. Durante esta charla, Miren me reveló el nuevo plan en el que está enfrascada. Como ella misma nos dice en el último relato de este su segundo libro, en estos momentos su vida está muy arraigada a la realidad, pero tiene pensado volver a la ficción en un futuro cercano. Así sea.
En la entrada "Voces de madrugada" podéis leer un centón que sobre este libro, ha escrito Francisco Espada .
En la entrada "Voces de madrugada " Jone Miren Asteinza por Alena Collar podéis leer otra reseña del libro