Hace aproximadamente un año, cayó en mis manos el último trabajo publicado de la escritora María Sangüesa. Se trata de un poemario bilingüe Castellano-Árabe, gracias a la magnífica traducción literaria que realiza el profesor Samir Moudi.
Cuando leí por primera vez los poemas que recoge este libro, me entretuve más con aquellos versos que parecían hablar de los miles de personas que cruzan el Mediterráneo en estos días, buscando refugio, que en aquellos otros poemas que hablaban de los sentimientos de una niña. Sin darme cuenta que todo eso, era lo que María Sangüesa quería transmitir: las emociones y los sentimientos de aquella niña que fue María y que aún sigue habitando en ella.
La semana pasada, próxima a la presentación que en el día de ayer se hizo en Madrid de Memorial de arena, volví a abrir el libro y releer de nuevo sus poemas. Todos ellos, del primero al último, me fueron envolviendo en emociones que no habían florecido la primera vez que lo leí. Fue como si la niña que hay en mí se hubiera apoderado no solo de mis ojos, sino también de mi corazón, y, como niña migrante al igual que María, de una provincia española a otra, y que no volvió a su pueblo hasta la edad adulta, fui saboreando estos versos que me acercaban a sentimientos olvidados.
La vida era un cabás
donde guardaba lápices y sueños
doblado entre pliegues
de una libreta a rayas y un catón
que me enseñaba el mundo tras sus letras.
Merendar era pan con chocolate
y música en la tarde que caía
sobre el frescor del patio y las sonajas
de alegres panderetas y unos cantos
que sabían a espliego y era dulces.
Como lectora de poesía y como poeta, fui subrayando versos y colocando marcas en aquellos poemas que me hicieron casi llorar mientras me sacudían las emociones.
¿Cómo fue posible que en mi primera lectura de este poemario, no me diera cuenta de que María Sangüesa hablaba de mí? porque si bien yo, nunca viví en Alucemas, ni mi infancia salió de la península ibérica por mucho que migrara de un pueblo extremeño a Madrid, los versos de este poemario reflejan emociones comunes. Tan comunes, que todos los lectores de este libro podrán comprobarlo a nada que dejen florecer en ellos a la niña o al niño que les habita.
Presentación de Memorial de arena. Madrid nov-2019 |
Dicen que cada libro tiene su momento exacto, tanto para escribirse como para publicarse e incluso para leerse. Y en mi relación con Memorial de arena, el momento exacto ha sido esta segunda lectura y el momento más alto, la tercera lectura en la que de manera pública, las más de cincuenta personas que estábamos en el salón de embajadores de la Casa Árabe de Madrid, hemos conectado entre nosotras sincronizando nuestros sentimientos.
¿A caso no es esta la función de la poesía?
De lo que sí estoy segura es de que esto es lo que María Sangüesa ha conseguido con su Memorial de arena: hacer auténtica poesía capaz de conectar con todos sus lectores.
Firma de libro |
El libro recoge tan solo veintiún poemas y sus traducciones respectivas a la lengua Árabe que, como dije antes, el profesor Samir Moudi ha versionado en su Idioma de manera exquisita, según los expertos en lingüística árabe y literatura poética que estuvieron el pasado día 11 de noviembre en su presentación; no lo digo porque yo entienda algo de este precioso idioma que me recuerda mi época de estudiante de taquigrafía solo que en esta ocasión, no puedo dar sentido a ninguno de sus signos alfabéticos.
Maria Sangüesa y Mascab |
Con Memorial de arena, María nos lleva de su mano por el recorrido emocional de una niña que ha de abandonar el pueblo que la vio nacer y cruzar el estrecho que separa África de España para regresar con su familia a la Península. Verso a verso, con permiso de Machado, nuestra poeta va narrando el sentimiento de exilio que se adueñó de la niña española nacida en Alucemas, no solo hasta llegar a su nueva casa, sino como ella nos cuenta, hasta la edad adulta y, sobre todo, hasta que pudo volver a llenar sus bolsillos con la arena marroquí tan añorada.
María Sangüesa. Nacida en Alhucemas, Marruecos,
pero de nacionalidad española, pasó su infancia y juventud en Valencia. Actualmente
reside en Madrid. Estudió Publicidad y Arte y Decoración y, más tarde, se
licenció en Historia de España y en Biblioteconomía y Documentación. Ha
colaborado en las revistas: ALGA, Arte en Valencia, Alkaid, Atticus, Imán,
Álora y Piedra del Molino, entre otras. También ha participado en numerosas
antologías de narrativa y poesía, las últimas: Enésima hoja (Ed.
Cuadernos del Laberinto, 2012); Atlas de poetas viajeras, (Ed.
Cuadernos del Laberinto, 2013); Microesferas (Ed. Lastura,
2014); Erotizhadas (Ed. Unaria, 2014). Es coordinadora de la
tertulia semanal Pensamiento Marginal, del Ateneo de Madrid. Ha publicado los
libros Del Más Allá, cuentos de fantasmas (2007), La
Piel del Viento (2009), Juegos de Sirena (2012,
Huerga y Fierro Editores) y Casi luego, casi tarde (2014,
Huerga y Fierro Editores). Ha compuesto letras de canciones para Javier Calle,
editadas en 2010 y del disco Rockesía, 2014. Con editorial Lastura ha publicado
el libro de cuentos Raíces en las
brumas (2015) y
el poemario Memorial de arena (2018).