Sentido sin alguno es uno de los mejores libros de microrrelatos que he leído en los últimos años.
Ya conocía a Agustín Martínez Valderrama y su blog Previsiones meteorológicas de un cangrejo desde hace tiempo y sé de su manera de escribir, de manejar la realidad, de darle la vuelta a la vida y a la imaginación. Y, sin embargo, el libro me ha sorprendido. Mucho y agradablemente.
Sentido sin alguno está dividido en tres partes:
Sentido con 33 relatos más o menos realistas, dependiendo de cómo interprete cada uno la realidad, la normalidad que puede ser diferente a la de Agustín.
Cinética
Si disparásemos una bala en línea recta y sin ningún obstáculo de por medio, llegaría un instante en que esta por propia inercia se detendría y caería al suelo. Pero esto es incierto. Siempre, en algún punto de su trayectoria, aparece un hombre.
Sin, segunda parte que consta de 30 relatos que tienen la característica de ser más surrrealistas, más kafkianos. Aparecen hombres que vuelan, perros que corren por el aire, suicidas elegantes, desconcierto. El ejemplo que sigue. El suicida es la excusa para ver cómo transcurre la vida. La indiferencia.
Nota de paisaje vacío.
Destaca la silueta de un hombre subido a una barandilla. Un hombre - una silueta - que extiende sus brazos, que deambula sobre el metal oxidado, que cuelga sus pies de niño en un abismo de mierda. Una nota en el paisaje que cuenta hasta tres, que salta, que cae. Apenas un instante, un aire de viento, vertical. Noventa centímetros de vuelo y una triste voltereta contra el suelo del balcón.
Debajo, alguien sigue tocando el piano.
Alguno, 31 relatos de amor desde todos los puntos de vista imaginables.
Flechazo.
Coincidieron en el tercero. Ella tendía la ropa. Él se dejaba caer por el patio de luces.
Agustín Martínez Valderrama es elegante. Nada sobra, nada falta en sus microrrelatos. La concisión, premisa fundamental de este tipo de escritos es perfecta. En unas pocas pinceladas, Agustín nos describe cada personaje, cada paisaje, cada momento. Y nuestra imaginación se pone en marcha sin ninguna dificultad, acercándonos a esa realidad, o irrealidad, que él con tanta precisión y manejo del lenguaje nos introduce.
Hay sentido del humor en sus microrrelatos, algo que aprecio mucho. Hay notas de crueldad, pero con elegancia. En definitiva, consigue lo que todos los que escribimos deseamos: que cuando llegues al final, desees volver a comenzar.
Y otro de los factores importantes es la técnica. El interés de Agustín por descubrir nuevas formas de escribir un microrrelato. Y que este género alcance la importancia que debe tener.
Y, también está Narthwick. Sólo hay que descubrirlo: en primavera, en otoño, en verano.
La edición y maquetación es de Marisa Belmonte, magnífica, resumiendo en dos imágenes el sinsentido del libro.
Creo que la apuesta de Talentura es acertadísima. Ahora sólo les queda a ustedes comprobarlo.