24 de diciembre de 2021

Feliz Navidad


 


Esta Navidad regala / regálate libros 


 FELIZ NAVIDAD 

21 de diciembre de 2021

Decirte que de Lola Deán


 

El pasado viernes, día 17 de diciembre, en la biblioteca Francisco Umbral de Majadahonda  se presentó el poemario "DECIRTE QUE " ( Editorial  Nuevos Ekkos . Col. La palabra inquieta)  de LOLA DEÁN.

La presentación estuvo a cargo de la poeta Montserrat Fernández Mateos  y aquí os dejo las palabras que dijo sobre el libro a modo de reseña del mismo.


Todos los que estamos aquí conocemos la trayectoria artística de Lola. Cuenta con dos novelas y once poemarios que ya han visto la luz, y varios más en preparación. Hoy presenta el más reciente, una serie de poemas, casi cartas líricas agrupadas bajo el título “Decirte que”, como si se dirigiera a un receptor conocido y retomara la escritura después de hacer un alto para continuar con lo que estaba contando. Después de leer el fantástico, poético y bien documentado prólogo de Miguel Deán Rubio, os daréis cuenta de que queda poco que añadir a éste, por ahora, último trabajo publicado de tan prolífica y singular poeta. 


De izquierda a derecha Lidia González ( La editora),  Asunción Caballero (directora de la colección La palabra inquieta), Lola Deán ( la autora )  y Montserrat Fernández(poeta)


Acerca de la gestación, cuerpo y estructura del Poemario, os hablará ella misma con más criterio. Yo me centraré en su quehacer versal y en lo que nos proyecta al sumergirnos en sus poemas. Si hay algo que aprecio y valoro en un autor, es que sea original, que tenga voz propia, un estilo definido e inconfundible que distinga su sello personal. Leer a Lola Deán es reconocerla en método, tono, vocablos y andamiaje, tan genuinos, en su forma de versar harto peculiar. Cuida su expresión con una escrupulosidad que nos obliga a detenernos y centrarnos en las palabras desabrigadas de artificio, cuando quiere remarcar algo, incluso prescinde de preposiciones, conjunciones, artículos u otros elementos ilativos y complementarios para dar más fuerza y no distraer la atención del lector. Es tan escueta y ahorradora de palabras, que parece pasar de puntillas sin hollar los versos; nada más lejos de esta falsa impresión. Tras su contención y levedad, rastrea a conciencia, sin parpadeos su ojo vigilante, con mirada crítica que busca la herida, pone el dedo en la llaga y lo retuerce, pinta el resultado con sus colores preferidos, lo adereza con aroma floral y nos lo muestra en poemas inofensivos en apariencia. En la profundidad de la verdadera sencillez, anida un semillero de interrogantes y un diccionario de posibles respuestas. Lola no se deja caer en la molicie de un tema predeterminado, poemado y exprimido hasta la saciedad. Expone una gran variedad de asuntos; cualquier materia es susceptible de su atención, lo único fijo en su poesía es el estilo que la caracteriza. Requiere la atención del lector, sin transiciones, obviando la exposición y el nudo; como si estuviésemos leyendo un telegrama, nos presenta directamente el desenlace, después de pasar por su rígido cedazo, por el filtro que nos encauza sin circunloquios hacia el centro de su reflexión, al meollo de su idea exacta. 


De izquierda a derecha Asunción Caballero (directora de la colección La palabra inquieta), Lola Deán ( la autora )  y Montserrat Fernández(poeta)







Dice: “la muerte va escondida entre las zarzas. Ha venido a quedarse sin permiso”. O: “la esperanza se sirve sorbo a sorbo en cada esquina”. No cabe más contenido y concisión en estos asertos. En su poema “Sonrío”, dice: “Hay sensaciones imposibles de plasmar en el papel”. Sin embargo, además de plasmarlas, las saca a flote, quedan prendidas al aire del verso y nos instruye en emociones cuando somos demasiado perezosos para indagar por nuestra parte. En un acto de prestidigitación, engloba afectos, pesares, pasiones, naufragios, con la facilidad de quien hace, por ejemplo, la lista de la compra. Pulsa la tecla precisa para hacernos reaccionar, ante imágenes desnudas de afectación y sofisma. “Esa ventana tan impenetrable, la puerta tan cerrada”. No se recrea en reclamaciones de plañidera, es la suya una demanda coloquial, sin reproches ácidos, como quien ha superado y asumido sin aspavientos los reveses que se le han presentado y los ha encajado con un estoicismo admirable: “Vas muriendo, sin más, porque la vida es tan oscura, a veces”…“pasa la vida, ensueños y quimeras, se van por la ventana”. “Estoy muerta, pero ando como un vivo en esta vida”. Al haber vivido gran parte de su infancia en una isla, tiene especial debilidad por el mar. “El mar… insospechado, fogoso, sin barreras, recto”. Como tantas otras personas, su sensibilidad y amor por la Naturaleza, la lleva a sentir una gran fascinación por él, que refleja en todos sus libros, en alusiones recurrentes, cantando la maravilla de un paisaje, siempre igual y a la vez cambiante, que deja sus historias varadas a nuestros pies: “Felicidad es pulsar ese mar recóndito”. También es frecuente en su vocabulario poético la palabra naufragio, que utiliza para referirse a cualquier fracaso o frustración, no sólo en un contexto marino, lo que da idea de la influencia en su obra del mar siempre misterioso, del océano profundo, con toda la imaginería que despierta su inspiración. Otra característica suya es el canto esperanzado tras la queja y el lamento: “… en el asfalto creció una margarita entre dos rosas. Huele a espliego”. También se arropa con el recurso que le ofrece su alma poética: “Cuando el cerebro va contra corriente… sólo cabe escribir un poema”. 

La autora firmando 
Esperemos que su cerebro siga yendo contra corriente y no tenga más remedio que sofocar su rebeldía y rescatarlo con las riendas de sus poemas, que con mucho gusto seguiremos disfrutando. Muchas gracias.


                



   Montserrat Fernández Mateos    

                    Majadahonda, 17 de Diciembre de 2021

         

El enlace de compra:

https://www.editorialnuevosekkos.es/producto/decirte-que/

Lola Deán 

Madrileña vinculada familiarmente a Cascante y la Ribera Navarra. Estudió periodismo y trabajo social, desarrollando su profesión en la función pública.

Escribe desde muy joven y entre 1973 y 1975 perteneció al Grupo de Poesía Aitzkora. Sus primeros versos se recitan en el Ateneo de San Sebastián y se publican en algunos diarios vascos. En 1981, participa en el libro Poemas (primera selección de Nuevas Voces) en la Editorial Torremozas, obra por la que recibe la felicitación, entre otros, del poeta Jorge Guillén y se dan lectura en el Ateneo de Madrid y en la Facultad de Filosofía y Letras. Desde 1985 ha recibido distinciones y diplomas por su participación en numerosos encuentros poéticos.

Actualmente coordina la tertulia poética La flor de cristal, junto al también poeta Eduardo Benítez, con quien organiza los Encuentros poéticos de Majadahonda (Madrid).

Tiene publicados los poemarios Antología de poetas de Madrid (2013); Tiempo y vida (2014), con tres ediciones; Solo los locos dan sabor a la vida (2015); Versos de azúcar y sal (2016); Vida y tiempo (2017); Si el verso o la palabra fueran alma (2018); Mil maneras, Parte I (2019) Parte II y III (2020); Crisálida (2021); y las novelas Fantasma de casona (2018) y La casona (2021).

6 de diciembre de 2021

Calíope de Eduardo Benítez Romero


ULISES y CALÍOPE  una nueva  ODISEA

 Cada vez me sorprende más el despertar del ser humano a lo universal, me estremece ver la gente preocupándose más de que puede ofrecer lo sombreado, la oscuridad, el misterio, que hay detrás de la luz, como nace la herida y como cierra. Me gustaría creer que la poesía, la creación en general, tenga un peso importante en este bello cambio. Entender de una vez que el peculio no nos puede gobernar, pertenece al humano; el amor, el que construye la naturaleza y todo el infinito, tiene  sus raíces en lo divino.

Por qué empiezo la presentación con este pensamiento: es porque creo que el autor de Calíope, el poeta Eduardo Benítez Romero, pertenece a la familia de los creadores que trabajan en el despertar, en orientar la conciencia hacia lo esencial. He leído su libro por partes, con detenimiento y la dedicación que se merece y desde el principio me ha impactado el poder del poeta de trasmitir con la fuerza de la palabra viva. Hay gente que versifica, según complicadas y a veces inútiles fórmulas para adaptarse a las modas, al mercado, o simplemente dirigiendo el verso a la sequía del propio interior, de la impotencia de utilizar mejor la energía disponible. No es el caso de Eduardo, a este poeta la mordedura de la poesía es interior y le come por dentro. No se escapa nada a la profundidad de su mirada y en palabras sencillas, nos  sirve lo bello igual que lo malo, con la misma sinceridad.

De hecho la composición del libro habla de su generosidad, elige nombrar los capítulos con la palabra que designa a la sustancia dominante, a la base de esta construcción literaria.

Así mismo hay nueve capítulos y el título de cada uno, además de avisar, contiene la materia madre. En la mitología griega, Calíope es la musa de la poesía épica y la elocuencia y esa  Calíope está presente en la vida de nuestro poeta desde la infancia, hace de conciencia con mano dura, no deja que nada se le escape.

Qué es “Calíope “en definitiva, sino un viaje terrenal en el que de vez en cuando interviene lo ancestral e incluso lo divino. Decía alguien que el camino más largo es él del corazón hacia el cerebro, pues el viajero se puede equivocar,  pero el camino jamás. Nuestro viajero no se equivoca de camino, siempre acompañado de Calíope acerca más el corazón al cerebro y ésa es la magia que ocurre cuando el verso abre puertas y ventanas ante nosotros.

 Así podemos disfrutar de una introspección donde el poeta habla consigo mismo, como con un amigo de gran confianza, para conocerse más, y sobre todo crearse en carne nueva:

“correr como un rio  alegre como un niño,

 sabio como un anciano”

y todo esto bajo el ala de la poesía.

Qué bello y duro a la vez es este principio de poema:

“Un niño está muriendo

tras él un buitre espera.”

Para mí el poema ya ha nacido y tiene un peso tan grande en cuanto rompe la fibra de la carne. Ya no importa el color del niño sino la perspectiva  de la vida, el futuro pardo y la destreza de un poeta.

Hay un niño bueno que se hace visible, el buen niño que se sorprende preguntando:

“Señor no sé como son tus manos,

Tú casa

Cuando me quedo dormido, haz que me sueño niño.”

Este niño ya maduro lleno de ternura, de fe y esperanza,  este niño asustado todavía,  por fin ve la luz que le defiende y le cura.

“Soy Tierra

Fruto maduro

Cosecha.

Toma lo mejor de mí”

invita más adelante, con generosidad el poeta, y aquí quiero dirigirme directamente al lector de buena fe, y le digo que un regalo hecho de alma y espíritu, tiene que ser recibido con elegancia, con cuidado y cariño, con los brazos extendidos y respeto hasta llegar al amor.

“Como un suicida

 me arrojo e los brazos de la vida”

dice poeta a la página 251 cuando ya han parido los prunos. Alguien piensa que este verso necesita ser explicado, no, se molestará seguro, porque:

“En mi noche de luciérnagas

no hay lugar para los cuervos”

El poeta junto a su musa reflexiona, canta, acaricia, pregunta:

¿Servir

o ser servido?

¿Pastor del rebaño

u oveja del pastor?

¿Observar para crear

u observar lo creado’?

¿Tras una estrella

 o pasar por pasar?

Si es una pregunta  y no solo una reflexión, en calidad de lector, contestaba: observar siempre  para poder crear, y sobre todo no olvidar la historia para no repetir errores. Y como yo, puede opinar todo lector, y aquí interviene de nuevo la maestría del poeta, este bello fingir el desconocimiento para abrir una puerta por donde entrar  y unirse al lector y sentirse bienvenido.

Transcendental hasta onírico, el poeta lleva el tono del libro a un “crescendo” muy bien coordinado: nos libera de sus propias ansias y nos invita a conocer su casa, la casa de su padre y extiende la mano llena de caricias sobre un mundo de promesas, promesas para el padre, tan  querido, hasta sí mismo, acentuando para convencerse definitivamente de que su pensamiento, hecho promesa, tiene cuerpo y de él depende que vaya creciendo a la vez con el gesto de regalar.

El poema ¿Me verás acaso…? termina con esta promesa rota de un enorme deseo de ser allí en  este espacio perdido y mantenerse a la espera de la respuesta queriendo matar la reflexión y su carga.

Sin temor a equivocarme digo:

Nada muere,

 padre,

Sigues vivo.

Y …

 ¿Cómo puede ser

preñada la vida,

primavera de muerte?

cuando…

“Luce el sol,

Florecen los arbustos,

 verdea la tierra,

adornan las ramas

Multitud de nidos.”

Con esta sensibilidad nipona hacia al entorno,  cierra el libro Eduardo y no es poco, como poco no es desnudarte delante de la gente para liberarte y liberar.

Este libro tiene 265 páginas, 265 hermosas sorpresas, 265 vivencias guardadas en la sangre, tatuadas en piel viva que os espera sorprender, 265 páginas que no necesitan a Mariana Feride para presentarlas, se presentan solas, lo único que tenemos que hacer es comprar el libro y disfrutar cada letra, cada propuesta que Eduardo Benítez Romero, convertido en Ulises, nos hace con su regalo.

Calíope, la musa, se ha ganado la supremacía porque ella que siempre acompaña a los reyes, esta vez ha decidido acompañar a Eduardo, señalando el derecho del poeta al trono de la poesía.

Enhorabuena, Eduardo, querido amigo, deseando que Calíope te acompañe a lo largo de toda esta Odisea llamada vida.

En español la traducción de Calíope es “bella voz”, pues escuchemos en silencio la bella voz del poeta Eduardo Benítez Romero.


Autora de la reseña:

 Mariana Feride

Poeta




Eduardo Benítez Romero (Madrid). Animador sociocultural, profesor de Taichi Chuan, poeta desde niño, cofundador junto a la poeta Lola Deán Guelbenzu de la tertulia poética La flor de cristal, y de los Encuentros poéticos de Majadahonda, que presenta. Antologado en "Antología de poetas en Madrid" (editorial El desván de la memoria), "Antología La poesía en Navarra S. XX"I (Asociación navarra de bibliotecarias y bibliotecarios). "Calíope" es el cuarto poemario que publica, y el primero que edita Bohodón ediciones. Que la musa Calíope inspire al lector sentimientos de amor, inquietudes sociales y meditaciones, entre otras cosas que hallará en este libro hecho con profunda dedicación.