Ayer, 16 de mayo de 2018, en la Biblioteca Pública Elena Fortún de Madrid, tuve el honor de presentar a la poeta jienense, Rocío Biedma. Nos acogieron la asociación de Mujeres del Distrito de Retiro, cuya presidenta, Paloma González Setien, siempre abraza la poesía y a las mujeres poetas que prestamos nuestra voz a la causa feminista.
Estuvimos acompañadas de un público muy entregado entre quienes se encontraban poetas como -en otros-: Chelo de la Torre; Antonio Portillo Casado; Juan Justo López; Antonio Capilla Loma; Nunci Vaamonde Vivian...
Aquí comparto, a modo de reseña, la presentación del poemario.
En primer lugar, quiero haceros con unas leves pinceladas, el dibujo de
esta autora que hoy presentamos: Rocío Biedma.
Para ello, necesito una paleta de colores y pintaros de azul y verde, su
infancia, mecida por el mar de olivos y las cumbres de Jaén; y de todos los colores del arco iris su
descubrimiento de la poesía.
Porque si existe algo que defina mejor a esta autora, es la palabra
hecha ritmo y la música hecha verso. Por eso compone, desde niñas, canciones, himnos
y cuentos musicales.
Ha recibido premios como el Nacional “Villa de Mancha Real y el Premio
Internacional de Cartas de Amor en Bailén, este último en dos ocasiones
distintas; El Internacional de Poesía “Tierra Andaluza”; el Internacional de
Poesía “Dolores Ibarruri” de Andújar y el Provincial de Poesía “Antonio de
Jaén.
Además de su poesía, Rocío es una requerida autora de prólogos y aunque
su obra ha sido publicada en diversas antologías de poetas y revistas
literarias, este libro que hoy tenemos aquí en su 2da. edición: “El vértigo de
la libélula”, es su primer poemario en solitario.
Al abrir “El vértigo de la libélula”, descubrimos un poemario que es
como una melodía, entonada con el aliento fresco de una mujer enamorada de la
vida, que tiene la fuerza de la palabra como compañera y aliada en el combate
diario por focalizar la belleza de las cosas, en el entorno más inmediato que
la rodea.
El poeta Paco Mateos, autor del prólogo de este poemario, le pregunta a
su autora: ¿Cómo pudiste volar tan alto, si tu corazón era más grande que tus
alas?
Yo creo que esto es posible porque el amor y la música, como un único
cuerpo, remolca el diálogo interior de Rocío y que ahora, queda sostenido en
las páginas de este libro, a modo de señuelo, para que sus lectores avancen siguiendo el
rastro de las huellas, de ésa libélula amante que habita a Biedma.
En el epílogo del poemario, Rocío nos regala una interesante tesina
sobre las libélulas y su simbología. En dicho texto, podemos leer que según la
mitología hindú, cuando las personas mueren, sus almas se transforman en
libélulas que esperan en la naturaleza hasta renacer en otra persona…y leo la
dedicatoria con que Rocío Biedma comienza su libro “a mi Teresilla, a Armando,
a Juan, in memoriam”. Y no puedo sino imaginarme a ésos seres queridos para
ella, convertidos en libélulas que revolotean a su alrededor para insuflarle
vida en forma de versos.
En el libro encontramos la pasión de los besos soñados y el dolor, que
como notas de colores en las alas de una libélula, va marcando musicalmente
palabra a palabra y verso a verso, allá por donde sobrevuela. Con el objetivo
logrado de seducir a los lectores y arrastrarlos con ella allá, adonde la
lleven ésas alas multiplicadas, en busca del amante único con el que conformar
un tándem eterno y, acaso, mortal.
Porque la vida de nuestra libélula va siempre enlazada a la
muerte-vértigo y ésta, es necesaria para volver a reencarnarse quizá, en una
alondra o un gorrión, o en el cuerpo
iluminado de la poeta, quien sabe, que a pesar de los colores y el aroma de las
flores, la oscuridad acecha y nos mira de frente, dentro, muy dentro, del vacío
inmenso y luminoso, en el iris de su libélula, mientras consume su universal
acto de amor-entrega.
Y pienso…Pienso y leo a nuestra autora cuando dice, “la libélula está para recordarnos que todo es posible cuando realmente
alcanzamos el entendimiento de que somos parte del universo”.
Y recuerdo el amor de una madre, y pienso que ése es el AMOR UNIVERSAL
más fuerte que existe y conocemos. Es el amor-entrega por definición absoluta.
Y ése símbolo de dos libélulas amándose, ése támden en forma de corazón,
es el símbolo universal del amor en mayúsculas que encontramos entre los versos,
de Rocío Biedma.
Las lectoras y lectores que se acerquen a esta libélula, hallarán un
libro lírico, donde la palabra poética le acompañará con la musicalidad del
batir de sus alas, revoloteando sobre los gláciles versos que la autora nos dibuja
hasta sentir el vértigo que siempre, acompaña a la entrega del cuerpo y de la
propia esencia, en el altar último, donde vive y muere, para permanecer eterno,
el amor.