El lenguaje no tiene únicamente la finalidad de comunicar.
Creo firmemente que tiene un alto componente de compromiso. Es un elemento utilizado con bastante frecuencia y devaluado en su totalidad. Fraguado en la respuesta
fácil, en el éxito efímero y en la pobre elocuencia de aquellos que miran el
océano antes de mirar sus gotas. El ser
y el parecer, se diluye en una profunda contradicción alimentado por una
sociedad que no da respuesta ni a sus necesidades. La sociedad se ha devaluado y sus integrantes
están movidos por el tedio, la incomprensión, la necedad.
La existencia se
reduce a pasar las 24h que tiene el día,
y el hombre, no tiene compasión sí ni de sí mismo y mucho menos a los demás.
Esa es una evidencia que extraemos y convivimos con ella.
El ser humano no solo vive de certezas, de sus miedos o de sus demonios. Necesita respuestas,
respuestas concretas que avalen su forma de vida, sus elecciones o sus
miedos. Necesita a veces atender a sus
demandas. Entender los sucesos que le
aterran o le acompañan. Porque en el fondo es un animal primitivo, un animal
que se desvive por sus apetencias, por sus deseos aunque de vez en cuando, un
rayo traspase su corazón y encuentre
sentido a vivir y a luchar. Y el lenguaje es la marca que acentúa, discrepa, argumenta todo estos elementos.
Y el poeta como el
profeta, previene, y predice por el mismo compromiso que conlleva su estatus, y
por el mismo afán de mostrar la realidad que ve ante sus ojos. Está más allá de lo que está ocurriendo en
este momento; rompe la línea temporal de
aquí y ahora, y manifiesta como un visionario, las consecuencias de esta irrealidad que tiene demasiadas
coincidencias con el espacio real que le rodea.
Estas sensaciones me ha venido tras la lectura del nuevo trabajo de Antonio Tello “En La
Noche Yerma” publicado por Vaso Roto Ediciones.
Poema dividido en 36
cantos, es una visión apocalíptica de la sociedad actual y del ser humano. Sus necesidades, sus certezas, sus demonios,
su existencia. La voz es definida de distintas maneras para hablar del
inmigrante, del desterrado, del oprimido, de la sociedad de consumo, del exilio o del populismo. ¿Pero no es realmente lo que está
ocurriendo?¿No es verídico el trasfondo que encontramos en este libro?
Un poema extraordinario, febril, mítico que camina
entre lo mágico, lo irreal; un submundo anunciando algo que está por venir y de lo que
sólo él tiene la clave. Ofrece una
visión cósmica, oscura y luminosa sobre el individuo o las relaciones humanas.
A veces tengo la sensación de vértigo, de correr bajo la niebla;
de abrirse paso a todo un código secreto que se va desvelando a lo largo del libro.
"En la Noche Yerma" encontramos una
fábula sobre Babel y su Torre: El lenguaje se ha convertido en un
instrumento de poder y de abandono; hay
multitud de lenguas, que hablan y hablan y no dicen nada. No saben a nada. El poeta coge testigo de esa manipulación:
Canto II: “El lenguaje de las bestias devora el nombre de la cosas...”
Canto X: “la voz carnívora se alimenta de todo lo que muere con ella...
Una revelación apocalíptica que parte de una visión confusa
del universo, y de sus lagunas; de la mediocridad del hombre en busca de la
verdad universal, muy bien posicionada y
encerrada en el poeta, en el lenguaje , en el verbo. Fijémonos en el
canto I y el Canto II El poeta se
enfrenta al caos y al desorden producido en el mundo, y ensalza su figura como
el único capaz de apaciguar a la mismísima Pandora .
Como en la Divina
Comedia de Dante el poeta desfila, pasea
por esta devastación irremediable: un paseo eclíptico,
infernal y devastado, profundo para
llegar a la luz.
El poeta está solo, solo ante sus miedos, ante sus intrigas, ante
la intriga del mundo. Casi oigo la séptima trompeta del relato del apocalipsis. Casi percibo el combate espiritual entre el bien y el mal. El propio poeta, el lector no escapa de esa
realidad, si no que al vivir de ella, es
inevitable su muerte, una muerte poética y simbólica, como el único medio para
poner cordura ante tanto maleficio. Podríamos hablar incluso de una
crucifixión, de un suicidio personal, como único argumento para construir un mundo
nuevo a través de la convicción y el
compromiso. Reflexionar sobre nuestras
carencias y de nuestras posibilidades.
DETALLES:
Páginas: 50.
Formato: 14 x 21 cm.
Encuadernación: Rústica.
Idioma: Español.
ISBN: 9788494945724.
Termino esta reseña recordando a Soren
Kierkegaard en su libro Temor o Temblor:
El poeta es el genio
de la evocación, no puede hacer otra cosa sino recordar lo que ya se hizo y
admirarlo; no toma nada de sí mismo,
pero custodia con celo lo que se le confió...
Eso es En La Noche Yerma.
Y eso es el principio de la desconstrucción y ¿por qué no? de su salvación.
ANTONIO TELLO
Nacido en Córdoba (Argentina) en 1945, Antonio Tello es
poeta, narrador y ensayista. Exiliado en 1975 a Francia y España, ha
desarrollado en este país casi toda su obra literaria, parte de la cual ha sido
traducida a veinte lenguas. La crítica lo considera «uno de los escritores más
relevantes de la literatura argentina del exilio». Su obra, «enraizada en la
tradición literaria occidental, se caracteriza por un estilo y un universo
propios, cuyos rasgos más notorios dan a su escritura una original intensidad».
Entre su obra más reciente destacan los poemarios Nadadores
de altura (2011), O las estaciones (2012) y Poesía visual(2013). Ha escrito
además ensayo, novela, cuento y literatura infantil.
Un libro muy interesante por lo que cuentas. Muchas gracias Isabel por traerlo al blog.
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