Cuando leí en la sinopsis de esta novela: situada en la década de los ochenta, en el barrio malagueño de Pedregalejo, y que va sobre un grupo de jóvenes que se reúnen en la playa en su paraíso particular: la discoteca Bobby Logan.
Pensé que sería generacional y localista y que lo más seguro es que no lograra atraparme con su lectura. Me equivoqué. Digamos que el mundo de la literatura está cambiando, las novelas se presentan con una estructura y forma diferente.
Esta es una novela que realiza un viaje en el tiempo a través de la música, donde Bobby Logan, la playa Arena Blanca son un personaje más.
Principio y final se alían en una alquimia en la que los personajes una vez mezclados van asomando uno a uno a contarnos su historia, su viaje iniciático que mutará juventud en madurez. Sin olvidar a los que se quedaron en el camino, en accidentes de tráfico, el Sida o las drogas.
Es un canto a la amistad, que mira sin nostalgia una época no tan lejana (década de los ochenta). No solo cuenta las peripecias de una pandilla que solo piensa en la llegada del sábado noche para divertirse en las salidas nocturnas, el sexo, las drogas, peleas, y la rutina de los días monótonos en la playa.
No queda ahí, como se puede creer con la lectura de la sinopsis.
El autor ahonda con tono intimista, escarbando en las vidas de algunos de los personajes que van mostrando el trasfondo de la condición humana, personajes que se pueden existir en cualquier ciudad, desarraigados y nómadas, que al verlos por la calle te preguntas que fue lo que aconteció en su vida para acabar en la indigencia.
Una historia llena de contradicciones, de personajes inmersos en situaciones peculiares, familias desestructuradas y fracasos afectivos.
En el artículo de Jesús Zotano que publicó en la Opinión de Málaga, dice:
La juventud es un tiempo feliz únicamente en nuestra memoria. La realidad acaba endulzada con el paso de los años y no todo fue tan divertido como recordamos o creemos recordar.
Miguel Angel Oeste, (Málaga 1972) autor de relatos, cuentos, guiones y diversas publicaciones de cine, narra las vivencias de este grupo de chicos en un marco de realidad, aunque confiesa que no se trata de una obra autobiográfica, algo que muchos podrían pensar al encontrarse con Pepe el Loco, El Lapa, Darío el Pelúo, Nacho el Karateka, Juan Bonilla. "Son todos apodos de amigos reales, algo que he utilizado en forma de homenaje, pero lo que pasa no corresponde a la realidad".