La librería ambulante
Editorial : PERIFERICA
Autora : Christopher Morley
El amor por los libros o la pasión por encontrar lo que esconden, son dos inquietudes de quienes de verdad, sentimos que los libros forman parte de nuestras vidas. No es de extrañar por tanto, que en mi caso, haya títulos que no pueda dejar de leer : bien sea La librería de Penelope Fitzgerald (que reseñaré en otro momento), o el último que ha caído en mis manos: La librería ambulante de Christopher Morley, editada por primera vez en España a manos de la editorial Periférica.
La librería ambulante se
desarrolla a comienzos del siglo XX en tierras norteamericanas, donde
las vidas de los ganaderos y agricultores eran más bien
rutinarias y carentes de estímulos.
Mifflin, el protagonista
de la historia, un hombre pequeño e inquieto con un amor obsesivo
por las letras impresas, viaja en un carromato, el Parnaso,
acondicionado como pequeña librería ambulante, tirado por su
caballo Pegaso, y acompañado por su perro fiel Bock. Su peculiar
misión es llevar los libros a todas las granjas que pueda visitar de
forma personal. Había comprobado que los granjeros sólo tenían una
Biblia, o una compilación de rezos que ninguno había conseguido
leer. Es tal su entusiasmo por acercar la literatura a las personas
más sencillas, que en su elocuencia sabe vender desde un buen libro
de cocina a las obras completas de Sahkespeare, pero únicamente, si
la persona está preparada para tales lecturas.
El libro arranca en el
momento que se plantea vender el Parnaso, porque quiere dedicarse a
escribir un libro propio con todas sus ideas, y animar a otros a que
emprendan idéntica aventura. “Imagínese lo que significaría”
- dice Mifflin – si algún hombre rico creara un fondo para equipar
cien o más caravanas como ésta para llevar la literatura a todos
los distritos rurales” (página 81).
El Parnaso lo vende a
Helen McHill, hermana de Andrew, un escritor próspero a quien desea
dar una buena lección por los muchos años de servidumbre a su lado.
Helen, compra el Parnaso y se embarca en la aventura de recorrer los
polvorientos caminos y la ilustrada senda creada por Mifflin, y de
esta forma, transcurren 182 páginas en un suspiro, sin darnos tiempo
a pensar en lo qué está sucediendo. Y lo que sucede, es muy
sencillo : cuando un libro está bien escrito, cuando su prosa es
llevadera, cuando su ironía es de la que te hace sonreír sin
complejos, entonces, solo entonces: te sientas en el pestante del
Parnaso y te haces amiga de Helen, y te enamoras de Mifflin, y acabas
reflexionando igual que lo hace Helen en el último capítulo : “Una
aventura que, habiendo comenzando como una mera broma o un capricho,
había acabado por convertirse en la sustancia misma de la vida. ¡Me
dan pena las mujeres que nunca tuvieron la oportunidad de vivir una
extravagancia!” (pág 162). A lo que añado en mi reflexión
particular: “me dan pena las personas que nunca tuvieron un libro
en sus manos”.
El escritor Christopher
Morley (1890-1957) nació en Haverford, Pensilvania. Fue uno de los
periodistas más prestigiosos de su época. Esta es su primera
novela, publicada en 1917. Inteligente, lúcido y sofisticado fue un
escritor de éxito y al mismo tiempo escritor de culto. Sus dos
grandes maestros, compatriotas suyos, fueron Walt Whitman y Mark
Twain.