No se trata de libros que se chupan, o se comen. No se trata de libros que huelen. Hoy hablaré de algunos libros que “saben”. Saben hacernos dormir con su historias bajo la almohada, saben invitarnos a que los terminemos porque su lectura es de ligero equipaje, no pesa. El poso que nos dejan tras su lectura es agradable, duradero y placentero, incluso para quienes consideren que estas lecturas son poco profundas.
En primer lugar trataré el poso que deja una onza de chocolate.

Su autor fue Premio Literario por la universidad de Sevilla, pero a mí no me atrajo por el premio, sino por su sencillez literaria, que a la vez : es compleja para cualquier aficionado a la escritura que alguna vez haya intentado decir lo justo, con las palabras justas. ¿Es de amor?, preguntarán algunos e inmediatamente lo rechazarán de sus listas de lectura, perdiéndose el sabor de sus páginas.
Pues sí lo es. Pero distinto, porque este tiene un color especial : es marrón como el chocolate con leche.

A quienes les encante lo breve, conciso, escueto, digerible y directo : podrán o no compartir el sabor de los libros que hoy recomiendo, pero quedarán prendados de esa prosa ágil con la que Jose Carlos captura toda nuestra atención.
Desde aquí hago un llamamiento al autor, para que se anime a escribir “Sabor a café”.
Un abrazo para todos y todas des -demispalabras-.